lunes, 26 de febrero de 2018

Santa Paula Montal Fórnes de San José de Calasanz

La larga vida de Paula Montal, de casi 90 años, se puede dividir en tres períodos bien definidos, de 30 años de duración cada uno, en distintas poblaciones de Cataluña, en España

INFANCIA Y JUVENTUD

El período de su infancia y juventud, 30 años, transcurrió todo en su villa natal. Paula Montal y Fornés nació el 11 de octubre de 1799 en Arenys de Mar. Fue bautizada el mismo día y le pusieron los nombres de Paula, Vicenta, María. Recibió el sacramento de la Confirmación el 4 de junio de 1803. Del matrimonio de sus padres, ambos viudos, Ramón Montal y Vicenta Fornés, nacieron cinco hijos. Paula era la primogénita. Pero en la casa paterna vivían cuatro hijos del primer matrimonio de su padre.

La familia Montal Fornés formaba un hogar numeroso y complejo, con doce miembros e hijos de dos matrimonios. Vivían del trabajo del padre, maestro cordelero. De posición económica sencilla, durante la infancia de Paula se agravó por las guerras y la situación política inestable de la época, sobre todo a la muerte del padre, 1809. Pero en el hogar se vivía un ambiente muy cristiano. Por eso tuvieron gran cuidado y solicitud en que fuese educada en los más profundos valores de la vida cristiana, y en el amor a la Virgen. Desde los años de su niñez y juventud, profesó un amor sincero y entrañable a la Virgen María, que fue madurando y profundizando durante toda su vida. Huérfana de padre a los 10 años, al ser la hermana mayor, tuvo que trabajar como «puntaire», encajera, para ayudar a su madre y sacar adelante a la familia. Entre tanto llevó a cabo una intensa actividad apostólica parroquial, especialmente, como catequista, al lado del párroco Salvio Carbó y bajo la dirección espiritual de un padre capuchino.

En la parroquia fue miembro activo de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario y de la Congregación de la Virgen de los Dolores, a la que tuvo una gran devoción hasta su muerte. Joven trabajadora y catequista, fue en este periodo cuando constató como una necesidad urgente en la Iglesia y en la sociedad: la educación integral humano cristiana de las niñas y jóvenes, la promoción de la mujer, para salvar las familias y transformar la sociedad. Fiel al llamamiento del Señor decidió consagrar totalmente su vida a esta misión.

En Arenys de Mar realizó sus primeros ensayos de apostolado catequético-docente, y los culminó con la fundación de su primera escuela para niñas en Figueras, en 1829.

FUNDACIÓN DEL INSTITUTO (1829-1859)

En el año 1829, superando las dificultades políticas y sociales de la época y, acompañada de su amiga Inés Busquets, se trasladó de Arenys de Mar a Figueras para abrir su primera escuela. El año 1830 se unió a la obra otra amiga, Felicia Clavell. De 1829 a 1842 realizó una intensa labor educativa en aquella población gerundense.

En Figueras apareció claramente perfilada su vocación de educadora, religiosa, escolapia (hacia 1837), y fundadora. En la escuela de Figueras, Paula Montal, rompió toda discriminación entre las materias impartidas a los niños y a las niñas, porque su obra educativa estaba encaminada a la promoción integral de la niña y de la joven. Valoraba la dignidad de la mujer y su valioso papel en el hogar y en la sociedad y quiso darles una educación intelectual y cristiana conveniente. Es la fundadora de la primera congregación española del siglo XIX, dedicada exclusivamente a la educación integral humano-cristiana femenina con un cuarto voto de enseñanza.

Su actividad apostólica atrajo a dos nuevas colaboradoras, alumnas de la escuela: Francisca de Domingo, 1837 y Margarita Molinet, 1841.

La fundación de la segunda escuela fue realizada por Paula Montal, el 8 de mayo de 1842, y permaneció al frente de la misma hasta 1846.

Paula Montal intuyó el verdadero papel de la catequesis en la tarea educativa de las alumnas, y cómo una verdadera educación cristiana debe tener como centro la Eucaristía. Buscó, también, la integración de los padres en la tarea educativa del colegio, de tal manera que lograba: hacerles partícipes de una educación cristiana y colaboradores con las maestras en la educación de sus hijas.

En este tiempo, conoció y trató a los padres escolapios del colegio de Mataró. Por su conducto y bajo su dirección, ella y todas sus compañeras, vistieron un hábito común, con ceñidor, al modo de la sotana escolapia, y empezaron a llamarse Hijas de María. Allí decidió el entronque con la Escuela Pía, para lo cual, aconsejada por los escolapios de Mataró, realizó la fundación de Sabadell, 1846.

Paula Montal abrió su tercera escuela en Sabadell, el 24 de octubre de 1846. Organizó la escuela con una pedagogía flexible y de variados contenidos; daba un papel preponderante a la formación cristiana, con ese matiz escolapio de amor a la Virgen y a San José de Calasanz; abierta al entorno que le rodeaba; en franca colaboración con la familia.

A poco más de seis meses de estar en Sabadell ya se habían injertado en la familia escolapia. Paula Montal fue el motor y artífice de aquella integración, aconsejada y orientada por los padres Jacinto Felíu y Agustín Casanovas, que en ella declinaban siempre la última responsabilidad como fundadora y poseedora del carisma.

En Sabadell se estructuró canónicamente el instituto con la espiritualidad y reglas calasancias, con el proceso siguiente:

·         9 de diciembre de 1846. Paula Montal recibe el Manual de Preces de los padres escolapios, enviado por el padre Jacinto Felíu, que les permitió empezar a vivir la espiritualidad de San José de Calasanz.
·         2 de febrero de 1847. Convenientemente preparadas por el padre Agustín Casanovas, Paula Montal y sus tres primeras compañeras emitieron en Sabadell sus votos religiosos de castidad, pobreza, obediencia y enseñanza, como Hijas de María Escolapias. A partir de esa fecha siempre se identificó como Paula Montal de San José de Calasanz. A lo largo del año 1847 pronunciaron sus votos religiosos seis compañeras más.
·         14 de marzo de 1847. En esta fecha se celebró en Sabadell el primer capítulo general. Fue elegida superiora general Felicia Clavell de Santa Teresa. Paula alejada de la dirección de su obra, mantuvo su responsabilidad de fundadora. Inmediatamente se organizó el noviciado de Sabadell y fue nombrada maestra de novicias (1852-1859) y superiora de la casa de Sabadell.
·         3 de abril de 1847. El padre Jacinto Felíu le mandó, desde Madrid, un Extracto de las Constituciones de San José de Calasanz, que debidamente acomodado a sus circunstancias concretas, fue aplicado como norma de vida en las tres casas del instituto: Figueras, Arenys de Mar y Sabadell.
·         1 de agosto de 1848. Un segundo eslabón legislativo lo constituye el Compendio de las Constituciones de San José de Calasanz. Fue la norma de vida del naciente instituto hasta el 1853.
·         Año 1853, primeras Constituciones de las Hijas de María Escolapias. Son un trasunto fiel de las escritas por San José de Calasanz. Con ello se culminaba la integración en la Escuela Pía del instituto fundado por Paula Montal.

Cuatro fueron las fundaciones realizadas directamente por Paula Montal: Igualada (1849), Vendrell (1850) y Masnou (1852), además de Figueras.

De forma más o menos directa estuvo presente en las actividades y expansión del instituto en que se abrieron los colegios de: Girona, 1853; Blanes (Girona), 1854; Barcelona, 1857; Sóller (Mallorca), 1857.

Bajo el magisterio de Paula, las novicias aprendían lecciones vitales sobre la vida religiosa y espiritual escolapia, que pueden sintetizarse en tres breves puntos: Sed almas de oración; vivir la práctica de la obediencia y de la humildad; estudio y vivencia de las Constituciones.

En términos generales, Paula Montal, como maestra de novicias, fue la formadora, salvo muy pocos casos, de las 130 primeras religiosas del instituto.

El tercer período de su vida (1859-1889), lo pasó todo él en Olesa de Montserrat, un tanto alejada de la dirección del Instituto, y trabajando intensamente en el reducido campo de acción que la obediencia le había confiado: la comunidad y las niñas de Olesa de Montserrat. Allí permaneció hasta su muerte.

En Olesa de Montserrat vivió con intensidad todos los problemas y alegrías del Instituto, proyectando en su propia actividad y en todas sus hermanas su testimonio de una vida entregada a Dios, a través de la tarea educativa, y en sus últimos años, a una oración intensa y confiada. Su existencia se fue apagando lentamente y el 26 de febrero de 1889, después de una dolorosa enfermedad, se durmió suavemente en el Señor, tras haber exclamado con voz clara y mirada brillante y fija en un punto: Madre, Madre mía».

A su muerte el Instituto de Hijas de María Escolapias por ella fundado, se había extendido por gran parte de España. Contaba con 19 colegios, distribuidos en dos provincias religiosas, atendidos por 308 religiosas, y había 35 novicias.

Su vida se puede definir como vocación de amor y servicio a la niñez y juventud femeninas, a través de su educación integral cristiana.

VIRTUDES

En la vida y en la obra apostólica de Paula Montal, vemos que la razón y el centro de su ser como cristiana y religiosa, y de su hacer como educadora era Dios, y que supo realizar existencialmente la síntesis fecunda de su amor teologal a Dios, y su amor de servicio al prójimo.

Este amor a Dios se nutría en la oración, en el trato asiduo y profundo con él. Su primer biógrafo se expresó en estos términos: En el primer período trabajaba y oraba; en la última época oraba y edificaba sin cesar... Vivía para orar. Su vida era una oración perseverante, y su oración era como un eco de la oración de Jesús...».

Y el amor de Dios que llenaba su corazón la hizo apóstol celoso, que quería compartir con los otros el amor que le embargaba. De tal manera que la fundación de su obra educativa «fue un desbordamiento del amor de Dios que la consumía».

Como buena hija espiritual de San José de Calasanz (- 25 de agosto) captó pronto el valor de la humildad como fundamento profundo de la santidad, de una vida de fidelidad y de entrega a Dios, y supo vivir su consagración al centro del misterio Pascual, en un camino de total abandono, oscuridad, pobreza, obediencia y humildad. Se identificó con el texto paulino: «Habéis muerto y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios» (Col 3, 3). Porque la humildad fue su virtud característica. Una humildad practicada heroicamente en las realidades diarias y en la noble tarea de la promoción humano-cristiana de la mujer.

A este respecto escribía a una novicia: «... ya sabe que para llegar a la cumbre de la perfección hemos de practicar la santa humildad y la obediencia, con estas dos virtudes nos uniremos a Jesucristo...»

En otras ocasiones afirmaba: «La humildad y la obediencia nos conducirán a la patria celestial, donde tendremos la dicha de ver a nuestro amado esposo de nuestras almas».

La pobreza fue compañera inseparable en su vida. El amor a la pobreza es considerado algo esencial en su persona y en el instituto, y la pobreza una virtud de la que era amantísima.

Paula Montal, fiel a su vocación escolapia, reservó para la Virgen María un puesto destacado en su espiritualidad y en su vida. La espiritualidad mariana la vivió desde su niñez y juventud y fue la nota propia que dio a su instituto: Hijas de Maria; es decir, su vida y todas sus empresas apostólicas las puso bajo la protección de María Santísima. En sus últimos años, su piedad mariana adquiere unos fervientes deseos de posesión y presencia: »Ruega fervientemente a su bondadosa Madre, siempre Virgen María...», «Deseaba ardientemente dar un abrazo a su Santísima Madre, la Virgen María, a quien invocaba con su expresión favorita: Madre mía». Su devoción a María era sencilla y afectuosa. Vivía en intimidad con ella. De esta unión nacía un amor total y confiado a María y a sus directrices que la orientaban siempre a Jesús.

MENSAJE DE SU VIDA

Para Paula Montal, el tema de la mujer y la urgencia de su promoción integral humano cristiana fue, a partir de 1829, la razón exclusiva de su consagración a Dios y el objeto de su obra apostólica.

La obra educativa de Paula Montal estaba centrada, pues, en la educación, en la mujer y en la familia; temas urgentes en su momento histórico, y temas candentes y de gran actualidad hoy. Su mensaje es, pues, actual, actualísimo y su carisma tan válido y de plena necesidad como lo era en el contexto socio-cultural en que se inició y consolidó.

Hoy el Instituto de Hijas de María, Religiosas de las Escuelas Pías, por ella fundado, se halla extendido en 18 naciones de Europa, América, Asia y África. En ellas, 810 religiosas escolapias, distribuidas en 112 comunidades, con la colaboración de profesores seglares, imparten una educación integral humano cristiana a unos 42.000 alumnos.

El proceso diocesano para su canonización comenzó en la diócesis de Barcelona el 3 de mayo de 1957. Fue beatificada por el papa Juan Pablo II, el 18 de abril de 1993.

Cuando toda la Iglesia puso los ojos en Paula, el 25 de noviembre de 2001, día de su canonización, todos pudieron escuchar el elogio del papa Juan Pablo II en su homilía, cuando se refirió a Santa Paula Montal: Fundadora de una familia religiosa, inspirada en el lema calasancio «piedad y letras», se dedica a la promoción de la mujer y de la familia con su ideal de «salvar la familia, educando a las niñas en el santo temor de Dios»; al final dará muestra de la autenticidad, el temple y la ternura de su espíritu, un espíritu modelado por Dios durante los treinta años de vida escondida en Olesa de Montserrat... El mensaje de Santa Paula sigue siendo actual y su carisma educativo es fuente de inspiración en la formación de las generaciones del tercer milenio.

Y, en el discurso a los peregrinos, el 26 de noviembre, dijo de Santa Paula el papa: Su perfil espiritual nos muestra una persona que seda de Dios y se consagra a él, colaborando en su plan de salvación, especialmente por medio de la dedicación a la enseñanza. Fue una mujer mística arraigada en la acción.

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