sábado, 29 de octubre de 2016

Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 Religiosas


Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y 11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por odio a la fe. († 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Nació en Begoña, Bilbao, el 23 de diciembre de 1895. Sus padres fueron Francisco (empleado de comercio) y Jerónima (sus labores). La bautizaron a los pocos días y fue educada cristianamente en el seno de una familia numerosa. Educada con las Hijas de la Caridad de Begoña, fue miembro de la Asociación de Hijas de Maria de la Medalla Milagrosa, a quien profesó verdadera devoción toda su vida. Al ver el trabajo que las Hermanas realizaban con los pobres se sintió llamada por Dios. Tuvo que vencer dificultades por parte de la familia, pero a los 30 años logró ingresar en la Compañía de las Hijas de la Caridad .Realizó la prueba en el hospital de la Princesa de Madrid e ingresó en el Seminario el 17 de enero de 1926.

Recibe su envío a Valencia

Terminado el tiempo de formación inicial, fue destinada a la Casa Beneficencia de Valencia. Allí ejerció su misión durante diez años como maestra y educadora de las Escuelas y talleres, además de asumir el oficio de inspección a fin de controlar el buen funcionamiento y desarrollo de las actividades pedagógicas y profesionales de la casa.

Desempeñó todos sus ministerios con responsabilidad, seriedad y dedicación, ayudando en todo lo que podía a su superiora y a la comunidad. Cuando hacía la guardia con los niños impulsaba mucho la práctica del deporte. Era aficionada al fútbol, pues tenía un hermano futbolista, y disfrutaba mucho enseñando a jugar a los niños en el patio. Cuando los niños le preguntaban algo sobre este deporte ella respondía con destreza y hasta jugaba con ellos a la pelota.

De carácter valiente

Era de constitución fuerte y temple varonil, pero bajo todo esto, escondía un gran corazón, lleno de ternura y caridad. En su porte se manifestaba sencilla y amable, con una simpatía desbordante y a la vez contagiosa. Esto le servía para limar cualquier aspereza.

Entre otros, un rasgo de valentía de Sor Joaquina tuvo lugar en la casa de campo de Benicalap, donde habían mandado ropa las Hermanas y, por orden del Comité comunista, se habían incautado de todo. Cuenta Sor Josefa que la acompañó: “Los comunistas habían arrancado la imagen de la cruz y la tiraron al suelo”. Sor Joaquina se arrodilló, cogió la imagen del suelo, la beso y la puso encima de la mesa. Los milicianos la dijeron: “Deje eso donde estaba”. Ella respondió: “Hay que ver el destrozo que han hecho con todo…Y con esto ¿qué adelantáis?”.

En julio de 1936, durante unos 15 días estuvieron los milicianos preparándose para quedarse con la casa. Las Hermanas se sintieron presas en su Comunidad. No les permitían bajar a rezar a la capilla ni salir ni entrar. Sor Joaquina les acompañaba a los diversos departamentos y hasta les bajaba todos los días la comida. Los comunistas les pedían que se quedaran con ellos a trabajar. Pero ellas, por encima de todo, prefirieron seguir siendo Hijas de la Caridad al servicio de los pobres. Como no tenían personal, el director les dijo a los milicianos: “Mientras estas señoras estén aquí, cuidadito que ninguno les falte al respeto”. Mas en aquellos momentos de anarquía y persecución, no se tenían en cuanta estas consignas.

Despedidas del establecimiento

El 25 de julio, fiesta del Apóstol Santiago, el capellán D. Ramón Sancho Amat les celebró la última Eucaristía, animándolas a que fueran valientes como el apóstol. Al día siguiente, sin contemplaciones, los comunistas echaron a toda la Comunidad. Se fueron refugiando de dos en dos en casas amigas de la Comunidad. Sor Joaquina fue la última en salir y, una vez que había entregado todo, dejo con gran dolor a sus niños pobres. Ella se refugió con otras hermanas de la comunidad en el pueblo cercano de Foyos, en casa del familiar de una hermana. Allí fueron localizadas y les mandaron presentarse a ella y su compañera, Sor Victoria Arregui, en la sede del Comité comunista; fueron sentenciadas a muerte por su condición de religiosas, juntamente con dos sacerdotes que habían celebrado la Eucaristía clandestinamente en su refugio, D. José Ruiz y D. Antonio Bueno. Este fue su delito y la causa de su muerte.

Sor Joaquina se defendió con argumentos sólidos, antes de aceptar la condena a muerte sin cargos ni juicio previo. Y antes de ser fusilada en la tapia del cementerio de Gilet, arrebató con viveza el arma al verdugo que intentó violarla antes de disparar. Entonces uno de los sacerdotes compañero del martirio, D. José Ruiz, le dijo que no perdiera la ocasión de entrar triunfante en el cielo. Reflexionó inmediatamente, entregó el arma y pidió perdón públicamente por su cobardía. Seguidamente pidió la absolución a D. José, ofreció el perdón a sus perseguidores y aceptó los tiros de muerte mientras gritaba: “Viva Cristo Rey”. Era el 29 de octubre de 1936 al amanecer.

Traslado de sus restos

La exhumación, reconocimiento y traslado de los cadáveres se realizó muy pronto. Los mismos del Comité las enterraron en el cementerio de Gilet en una fosa común, con las otras personas que acababan de fusilar. Al terminar la guerra, los cadáveres de las Hermanas fueron reconocidos fácilmente ya que los cuerpos y sus ropas estaban bien conservados. Se trasladaron a Foyos y se colocaron en unos nichos hasta pasarlas al Panteón de los Mártires de la Parroquia, junto con tres sacerdotes y 11 seglares, fusilados por su condición de católicos. El 13 de marzo de 1996, el Tribunal eclesiástico que dirigió la exhumación y conservación de los restos de las mártires, con el Juez Delegado del Sr. Arzobispo, D. Francisco Vinaixa Monsonis, el Párroco y parientes de los Mártires, el enterrador, forense, miembros de la funeraria y público se procedió a la exhumación de los restos. La funeraria los trasladó al Colegio de San Juan Bautista de Valencia donde se procedió a su limpieza, siendo depositados en unas urnas nuevas, lacradas, y al final se trasladaron a la Casa de San Eugenio, donde en un pequeño panteón reposan, junto con los restos de otras Hermanas, esperando la resolución de la Iglesia sobre la autenticidad de su martirio. Desde el primer momento de su fusilamiento gozan de la fama de verdaderas santasmártires.

Además de Joaquina, este grupo de mártires está integrado por:

1.- SOR JOSEFA MARTÍNEZ PÉREZ

Nació en Alberique (Valencia), 6.V.1898, en una familia de labradores del campo y hondas raíces cristianas. Es la tercera hija entre seis hermanos del matrimonio formado por José y Marcela, quienes la educan cristianamente en la familia y en el colegio de las Hijas de la Caridad de la ciudad. Desde pequeña se manifestó piadosa, alegre y servicial, tanto dentro del hogar como en el colegio. Formó parte de la Asociación de Hijas de María y a través de la oración y el servicio a los necesitados sintió la llamada de Dios. Realizó el Postulantado o prueba en el Hospital provincial de Valencia, dedicándose de lleno a los ancianos enfermos. Ingresó en el Seminario de las Hijas de la caridad de la Provincia española en la calle Jesús, 3, de Madrid el 30.X.1925.

Terminada su formación inicial fue destinada al Hospital en el que realizó su prueba como postulante. Desde su llegada destacó por su fidelidad a las Reglas, piedad y entrega a los enfermos. Allí realizó los estudios de Enfermería y ejercía de lleno la profesión en 1936. Al estallar la revolución fue despedida la Comunidad integrada por 100 Hermanas. Ella buscó refugio en Alberique, junto a sus padres y su hermana Natalia que esperaba su cuarto hijo. Al ser detenido y amenazado de muerte su cuñado, por su condición de padre católico, ella se ofreció en su lugar pero no fue aceptada. A los pocos días la apresaron junto con su hermana. Sor Josefa intercedió ante los milicianos para que liberasen a su hermana que estaba en cinta, y pidió que sólo la matasen a ella. Y así lo hicieron. Fue fusilada por causa de la fe el 15.X.1936 en Llosa de Ranes (Valencia) en el término llamado "puente de los perros". Antes de morir, perdonó a los que la fusilaban, puso su vida en manos de Dios y pidió la intercesión de la Stma. Virgen con el rezo del santo Rosario.

2.- SOR MARTINA VÁZQUEZ GORDO

Nació en Cuellar (Segovia) el 30.I.1865. Sus padres Zacarías y Antonia eran dueños de la confitería de aquella ciudad y educadores cristianos de una familia numerosa de ocho hijos. Desde niña se mostró inteligente, abierta y audaz. Experimentó la vocación a través de un buen consejo del párroco que no veía como voluntad de Dios sus relaciones de noviazgo con un joven de Toro (Zamora). Aceptado el consejo y percibido como llamada divina, decidió ingresar en la Compañía de las Hijas de la Caridad. Con tesón y constancia superó la oposición paterna y logró realizar el Postulantado en el Hospital general de Valladolid a los 31 años. Ingresó en el Seminario de la calle Jesús de Madrid el 26.II.1896. Terminada su formación inicial tuvo varios destinos: Hospicio y Colegio Medalla Milagrosa de Zamora, Hospital de Segorbe, Casa Provincial de Madrid, Hospital Doker de Melilla y de nuevo, el Hospital, Escuelas y Comedor de Caridad de Segorbe (Castellón). Desde 1906 hasta 1936 desempeñó servicios de responsabilidad como superiora local, asistenta o vicaria provincial y organizadora de los Hospitales Militares del norte de África. En todos los destinos destacó por su coraje e intrepidez a favor de los pobres.

Era de fe firme, carácter abierto, ávida de hacer el bien a todos, valiente, creativa y tenía gran sentido del humor. Sabía superar todas las dificultades con optimismo y esperanza, sin arredrarse ante los problemas. Al estallar la guerra, la Comunidad fue despedida del Hospital. Ella y las Hermanas se refugiaron en la casa de una antigua alumna, donde vivían como presas. Amenazadas de muerte varias veces y viendo que el martirio era una realidad cercana, ella aconsejó la preparación inmediata. Se confesaron por escrito con un sacerdote que vivía enfrente de ellas clandestinamente y les dio la absolución a través del cristal de su ventana. Esto sucedió la víspera de su martirio 4.X.1936. Ese día, al saber que era apresada para morir, se puso el hábito y seguidamente fue conducida en un camión al lugar del martirio, en la carretera de Algar de Palancia. Ella misma pidió no proseguir más lejos para efectuarlo. Previamente se arrodilló, encomendó su alma a Dios, rezó por sus perseguidores y les ofreció públicamente su perdón. Después pidió morir de frente, con los brazos en cruz y el crucifijo entre los dedos de su mano derecha. Antes de recibir los disparos confesó su fe así: "Creo en las palabras de Cristo: "Quien me confesare delante de los hombres, también yo le reconoceré delante de mi Padre"". Los milicianos que dispararon habían sido socorridos por ella en el Comedor de Caridad que había fundado.

3.- SOR JOSEFA LABORRA GOYENECHE

Nació en Sangüesa (Navarra) el 6.II.1864. Sus padres, Francisco y Javiera, agricultores y buenos cristianos la llevaron al Colegio de la Inmaculada regido por Hijas de la Caridad. Allí se educó cristianamente, formó parte de la Asociación de Hijas de María y experimentó la llamada de Dios. En casa manifestó respeto, obediencia, responsabilidad, diligencia en el trabajo, amor a Dios y a los pobres. Su conducta era ejemplar para los tres hermanos. Ingresó en la Compañía el 18.III.1881, después de terminada su prueba en el Hospital de la Princesa de Madrid. Destinada al Hospicio de Cuenca demostró cariño y dedicación a todos los acogidos. En julio de 1900 fue destinada como superiora del Colegio-Asilo de Bétera (Valencia) y en 1911 pasó al hospital de Murcia. Pronto volvió a Bétera, requerida por los acogidos, las familias y la comunidad.

Su conducta fue ejemplar siempre, destacando por su entrega y bondad maternal. En julio de 1936 la casa fue asaltada y la comunidad despedida. Refugiadas las cinco hermanas en casa de una antigua alumna, fueron localizadas dos días después y obligadas a dejar aquel refugio y marchar a Valencia. Previamente, el alcalde ordenó, mediante un bando público que nadie saliera a la calle para dar cobijo a las Hermanas. En Valencia encontraron una pensión donde se refugiaron. Localizadas por un exalcalde republicano de Bétera a los cinco meses, éste dio orden de prendimiento y martirio. Todas fueron apresadas en la checa ubicada en el Seminario y de allí las sacaron para ser fusiladas en el Picadero de Paterna. Sor Josefa murió perdonando a los enemigos y poniendo su vida en manos de Dios. Los testigos han destacado su comprensión, bondad y prudencia que la atrajeron el cariño y la gratitud de alumnas y acogidos.

4.- SOR CARMEN RODRÍGUEZ BANAZAL

Nació en Cea (Orense) el 26.IV.1877. Sus padres Francisco y Rosa la educaron cristianamente y le proporcionaron la educación básica de cultura general en la escuela de la villa. A los 20 años ingresó en la Compañía el 16.VIII.1897, tras realizar la prueba en el Hospital de mujeres incurables de Madrid. El padre que era Guardia Civil y buen cristiano, facilitó su entrada en la Compañía. Terminada la formación inicial fue destinada a Bétera donde ejerció su ministerio como maestra de párvulos. Piadosa, observante y trabajadora, se preparaba con responsabilidad y esmero las clases y catequesis. En 1935 fue nombrada superiora de la Comunidad y al año siguiente, al estallar la revolución, sufrió el asedio y la persecución en las mismas circunstancias que su compañera Sor Josefa Laborra y, como ella, fue martirizada en la misma fecha y lugar. Murió rezando y perdonando a sus agresores.

5.- SOR Mª PILAR NALDA FRANCO

Nació en Algodonales (Cádiz) el 24.V.1871. Era hija de Manuel, médico y Josefa dedicada a las tareas del hogar. Educada cristianamente conoció a las Hijas de la Caridad a través de la Asociación de las Hijas de María y experimentó la llamada de Dios hacia la Compañía. Realizó la prueba en el Hospital de Santa Isabel de Jerez de la Frontera y seguidamente ingresó en el Seminario el 6.X.1889, habiendo cumplido los 18 años. Tuvo como formadora a la Sierva de Dios Sor Justa Domínguez de Vidaurreta en las clases de Cultura general y Pedagogía. Terminada la formación inicial ejerció su actividad primero en el campo sanitario: Hospital-Asilo de Mondoñedo y Hospital Psiquiátrico de Leganés. Después de 1900 al ampliarse la Escolaridad obligatoria y las Escuelas de párvulos, cursa los estudios de maestra parvulista y fue destinada a la enseñanza en las Escuelas Católicas de Cádiz y seguidamente en las de Dos Hermanas (Sevilla) y Bétera (Valencia). En estas ciudades desempeñó su misión como maestra de Párvulos, con dedicación y entrega a los niños más pobres. Sufrió el martirio el 9.XII.1936 en el Picadero de Paterna, en las mismas condiciones que sus hermanas de Comunidad.

6.- SOR ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY

Nació el 26.XII.1878 en el seno de una familia dedicada a la agricultura en Peralta (Navarra).- Sus padres Idelfonso y Juana la educaron cristianamente y facilitaron su traslado a Palencia con una tía Hija de la Caridad. Allí realizó su postulantado en el Hospital y Escuelas de San Bernabé. Ingresó en la Compañía el 21.XI.1896 y seguidamente fue destinada a Bétera (Valencia) donde ejerció su misión como maestra de párvulos durante 39 años. Destacó por su paciencia, bondad y humildad en su forma de educar y enseñar. En comunidad se manifestó siempre fiel a las Reglas de la Compañía. Sufrió el martirio el 9.XII.1936 en las mismas circunstancias que sus compañeras de comunidad.

7.- SOR ISIDORA IZQUIERDO GARCÍA

Nacida en Páramo del Arroyo (Burgos), el 2.I.1885, fue bautizada a los ocho días de su nacimiento. Sus padres Esteban y Felicitas, labradores, la educaron cristianamente juntamente con su hermana Irene. Fue alumna interna del colegio de La Milagrosa de Rabé de las Calzadas (Burgos) y en él recibió una formación esmerada. Escucha la llamada de Dios muy joven y decide seguirla, realizando la prueba en el Hospital de San Juan de Burgos. El 15.X.1901 llega a Madrid al Seminario de la calle Jesús para ingresar en la Compañía. Terminado este periodo de formación, es destinada al Asilo de Párvulos de Bétera, donde realiza su misión como maestra. Durante 35 años fue catequista responsable de la preparación de los niños para la primera Comunión, desempeñando esta labor con dedicación y bondad. Preparaba con cariño la comida de ese día para todos los niños y niñas. Era muy apreciada por el interés y cercanía con que seguía a sus exalumnos y exalumnas. Con frecuencia hombres y mujeres, educados por ella, acudían a pedirle consejo. Se ocupó además de la crianza de los animales de la granja que proporcionaban alimentos a los acogidos del Asilo. Sufrió el martirio el 9.XII.1936 en las mismas circunstancias que sus compañeras de comunidad.

8.- DOLORES BROSETA BONET

Nació en Bétera (Valencia) en 1892 en el seno de una familia trabajadora y numerosa, integrada por seis hijos, dos de ellos murieron en edad muy temprana. Los padres, Joaquín y María, trabajadores y buenos cristianos llevaron a sus hijos al Colegio-Asilo de las Hijas de la Caridad, a partir de los tres años. En él se educó Dolores y los tres hermanos que llegaron a edad adulta. Llegada a la juventud se afilió a la Asociación de Hijas de María de la Medalla Milagrosa y cultivó en ella los tres pilares de la misma: oración, servicio a los pobres e imitación de la Stma Virgen. En este ambiente sintió la vocación y decidió seguirla como Hija de la Caridad. A los 21 años realizó la prueba como postulante en el Hospital provincial de Valencia, pero por padecer hemorragias frecuentes no pudo ingresar en la Compañía. De acuerdo con las Hermanas decidió volver a Bétera y trabajar en el Colegio-Asilo, como Hija de María. Colaboraba con las Hermanas en las clases de párvulos y en el obrador de bordados. Al morir su madre en 1925, pasó a vivir al Asilo, ayudando en todo a las Hermanas, y con ellas fue expulsada y perseguida.

Cuando buscaron refugio en la pensión "El Gallo" de Valencia, ella era la que salía a la calle en busca de lo necesario para vivir e iba con frecuencia a Bétera a recoger los víveres que algunos vecinos del pueblo donaban para las Hermanas. Seguida por miembros del Comité comunista, localizaron a la comunidad que fue apresada en la Checa ubicada en el Seminario diocesano de Valencia, juntamente con Dolores Broseta. Pocos días después, el 9.XII.1936, fueron llevadas todas al Picadero de Paterna y fusiladas por su condición religiosa.

9.- SOR VICTORIA AREGUI GUINEA

Nació en Bilbao el 19.XII.1894. Era hija de Venancio (jornalero) y Liboria. Educada con las Hijas de la Caridad fue miembro de la Asociación de las Hijas de María de la Medalla Milagrosa, cultivando con esmero la oración, el servicio a los necesitados y la devoción mariana. En este ambiente percibió la vocación y fiel a ella, ingresó en la Compañía el 17.III.1921. Realizó el postulantado en el Hospital provincial de Pamplona y el Seminario en Madrid. Terminada su formación inicial, fue destinada a la Casa Beneficencia de Valencia a los talleres de bordado del obrador de costura, pues era una artista de la aguja y en aquella Casa se bordaban ornamentos para muchas iglesias de España y países extranjeros. Desempeñó su misión bordando y enseñando a bordar a las jóvenes del obrador y cumpliendo sus deberes establecidos en las Reglas de la Compañía.

Al llegar la persecución fue expulsada de la Comunidad con sus compañeras y se refugió en Foyos con Sor Joaquina Rey. Con ella pasó el refugio, la prisión y el martirio, con la diferencia de que Sor Victoria Arregui, más tímida que su compañera, aceptó sin rechistar la condena a muerte y el martirio, después de recibir la absolución y la Eucaristía de manos de D. José Ruiz, sacerdote compañero de martirio. Murió como su compañera gritando: "Viva Cristo Rey"

10.- SOR Mª ROSARIO CIÉRCOLES Y GASCÓN

Nació en Zaragoza el 5.X.1873. Sus padres, Juan (guitarrista) y María, se preocuparon de darle una buena educación en el colegio dirigido por las Hijas de la Caridad. Curso los estudios de Música antes de ingresar en la Compañía. Desde joven participó en la Asociación de Hijas de María de la Medalla Milagrosa que vivía entonces su espiritualidad mariana con una exigencia fuerte de oración y servicio a los necesitados. En este ambiente percibió la llamada de Dios y decidió ingresar en la Compañía el 24.X.1892. Realizó el postulantado en el Hospital general de Madrid y terminado el Seminario, tuvo varios destinos, desempeñando su misión como organista, profesora de Música y manualidades profesionales: Escuelas de la Purísima de Barcelona, Colegio de Barbastro, Escuelas de la Milagrosa de Madrid y Colegio-Asilo de San Eugenio de Valencia. Tenía el temperamento enérgico, pero se dominaba mucho y se entregaba de lleno a su misión de educadora.

Llegada la persecución de 1936, fue expulsada y dispersada la comunidad del Asilo de san Eugenio de Valencia. Sor Rosario con otras dos compañeras se fueron a Puzol (Valencia), a la casa de un familiar de una hermana. Allí estuvieron muy vigiladas y amenazadas por los miembros del Comité comunista del pueblo. En la casa estaba también refugiado un sacerdote que celebraba la Eucaristía clandestinamente. El 17 de agosto de 1936 fueron apresadas y conducidas al Comité, juntamente con el sacerdote. Sor Rosario intentó defenderse y defender a sus hermanas, pero no logró nada. Las tuvieron toda la noche limpiando las dependencias y a la mañana siguiente, al amanecer, las martirizaron moral y físicamente, debajo de un limonero cerca del cementerio de Benavites (Valencia), acribillando su cuerpo con tiros de metralla.

11.- SOR MICAELA HERNÁN MARTÍNEZ

Nació en Burgos el día 6.V.1881. Era hija de Benito (comerciante) y Micaela. Educada con las Hijas de la Caridad fue miembro de la Asociación de las Hijas de María de la Medalla Milagrosa del colegio de Saldaña en Burgos. Realizó el postulantado en el Hospicio de Burgos y terminada la prueba, ingresó en la Compañía el 21.XI.1901. Al terminar su tiempo de formación en el Seminario tuvo varios destinos: Hospital provincial de Albacete, Asilo de la Infancia de Jerez, Cocina y Comedor del salvador en Jerez, Escuelas de Polanco (Santander) y Colegio-Asilo de San Eugenio de Valencia. Su servicio estuvo preferentemente entre los niños pequeños de párvulos, a los que cuidaba y enseñaba con bondad y paciencia. En comunidad se mostró siempre disponible y fiel a las Reglas de la Compañía. Al llegar la persecución con motivo de la guerra de 1936, fue expulsada del Asilo con toda la comunidad y sufrió el martirio el mismo día y en las mismas circunstancias que Sor Mª Rosario Ciércoles.

12.- SOR Mª LUISA BERMÚDEZ RUIZ

Nació en San Pelayo de Sabugueira (Coruña) el 10.X.1893. Era hija de D. Elías Bermúdez Cotón y Dña Mª del Carmen Ruiz García-Flores, ambos oriundos de la nobleza. Tenían grandes posesiones y casa palaciega con escudo familiar propio, alusivo a los títulos de nobleza ostentados, pero con la cruz y la inscripción. "Ave María", prueba de la religiosidad y carácter cristiano de la familia. Tenía otra hermana dos años más joven que ella, que también fue Hija de la Caridad. Se llamaba Sor Mª Asunción Bermúdez Ruiz. Ambas fueron educadas en el Colegio que las Hijas de la Caridad tenían en Santiago de Compostela y allí percibieron el amor a los pobres y la llamada de Dios. De común acuerdo dejaron todo su patrimonio a favor de la Congregación de la Misión.

Mª Luisa realizó el postulantado o prueba en el Asilo San Blas de Madrid y seguidamente ingresó en la Compañía el 30.VIII.1917.

Terminado su tiempo de formación inicial fue destinada a casas dedicadas a la infancia abandonada. Tenía un don especial para los niños más pequeños y era una excelente parvulista, dulce en el trato y compasiva, aunque un poco apocada de carácter. Sus destinos fueron: la Residencia de Niños Santa Eulalia de Barcelona (1918), Casa Cuna del Niño Jesús en Logroño (1920)y la Casa Caridad de Zaragoza (1921). Después cayó enferma y tuvo que estar algún tiempo de reposo en la Casa San Cayetano de Madrid. Una vez repuesta, fue destinada al Colegio-Asilo de Las Mercedes de Madrid (1922) y finalmente al Colegio-Asilo San Eugenio de Valencia (1931). Al llegar la persecución de 1936, fue expulsada del Asilo con toda la comunidad y sufrió el martirio el mismo día y en las mismas circunstancias que Sor Mª Rosario Ciércoles y su compañera Sor Micaela.

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