miércoles, 28 de septiembre de 2016

Lecturas


Respondió Job a sus amigos: «Sé muy bien que es así: que el mortal no es justo ante Dios.
Si quiere pleitear con él, de mil razones no le rebatirá ni una.
Él es sabio y poderoso ¿quién, le resiste y queda ileso?
Desplaza montañas sin que se note, y cuando las vuelca con su cólera.
Estremece la tierra en sus cimientos, hace retemblar sus pilares; manda al sol que no brille y guarda bajo sello las estrellas.
Él solo despliega los cielos y camina sobre el dorso del Mar.
Creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur.
Hace prodigios insondables, maravillas sin cuento.
Si cruza junto a mí, y no lo siento, si en algo hace presa, ¿quién se la impedirá?; ¿quién le reclamará? ¿“Qué estás haciendo”?
Cuánto menos podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera yo razón, no respondería, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y me respondiera, no creo que me hiciera caso ».

En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madriguera, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo:
-«Sígueme»
Él respondió:
-«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
-«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
-«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia».
Jesús le contestó:
-«El que echa mano al arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Palabra del Señor.

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