lunes, 28 de septiembre de 2015

Lecturas


En aquellos días, vino la palabra del Señor de los ejércitos:
«Así dice el Señor de los ejércitos: Siento gran celo por Sión, gran cólera en favor de ella.
Así dice el Señor: Volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará Ciudad
Fiel, y el monte del Señor de los ejércitos, Monte Santo.
Así dice el Señor de los ejércitos: De nuevo se sentarán en las calles de Jerusalén ancianos y ancianas, hombres que, de viejos, se apoyan en bastones. Las calles de Jerusalén se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en la calle.
Así dice el Señor de los ejércitos: Si el resto del pueblo lo encuentra imposible aquel día, ¿será también imposible a mis ojos? - oráculo del Señor de los ejércitos -.
Así dice el Señor de los ejércitos: Yo libertaré a mi pueblo del país de oriente y del país de occidente, y los traeré para que habiten en medio de Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios con verdad y con justicia.»

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.
Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
-«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mi; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado.
El más pequeño de vosotros es el más importante.»
Juan tomó la palabra y dijo:
-«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió:
-«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro. »

Palabra del Señor.

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