viernes, 2 de enero de 2015

LA FAMILIA

Tropecé con un extraño que pasaba y le pedí perdón.

Él contestó: Discúlpeme por favor; no lo vi.

Fuimos muy educados, seguimos nuestro camino, nos despedimos; pero en casa es otra historia al tratar a los nuestros, ancianos o jóvenes.

Más tarde, al estar cocinando, estaba mi hijo muy cerca de mí.

Al girarme, casi le pego. "¡Quítate!", le espeté.

Él se retiró dolido, sin que yo notara lo duro que le hablé.

Al acostarme Dios me dijo suavemente: "Trataste al extraño cortésmente, pero fuiste brusca con el niño que amas.

Ve a la cocina y encontrarás unas flores en el piso, cerca de la puerta.

Son las flores que cortó y te trajo.

Amarillas, rosas y una azul. Estaba calladito para darte la sorpresa y no viste las lágrimas que llenaron sus ojos, "Me sentí miserable y empecé a llorar”.

Suavemente me acerqué y me arrodillé junto a su cama y le dije: "¡Despierta pequeño, despierta!".

¿Son éstas las flores que cortaste para mí? Él sonrió.

"Las encontré junto al árbol. Las tomé porque son bonitas como tú, en especial la azul."

-"Hijo, siento mucho lo que hice, no te debí gritar".

Él contestó, "Está bien mami. Yo te quiero de todos modos."

"Yo también te quiero y me gustan las flores, especialmente la azul".

Toma en cuenta que si morimos mañana, en cosa de días la empresa cubre el puesto; pero la familia que dejamos sentirá la pérdida por el resto de su vida.

Piensa en ello, nos entregamos más al trabajo que a nuestra familia...

¿No crees que es una inversión poco inteligente?

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