viernes, 21 de noviembre de 2014

Lecturas


Yo, Juan, oí cómo la voz del cielo que había escuchado antes se puso a hablarme de nuevo, diciendo:
-«Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra. »
Me acerqué al ángel y le dije:
-«Dame el librito.»
Él me contestó:
-«Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor.»
Cogí el librito de mano del ángel y me lo comí; en la boca sabía dulce como la miel, pero, cuando me lo tragué, sentí ardor en el estómago.
Entonces me dijeron:
-«Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
-«Escrito está: “Mi casa es casa de oración”; pero vosotros la habéis convertido en una “cueva de bandidos.”»
Todos los días enseñaba en el templo.
Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Palabra del Señor.

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