viernes, 8 de junio de 2012

Lecturas


Querido hermano:
Tú seguiste paso a paso mi doctrina y mi conducta, mis planes, fe y paciencia, mi amor fraterno y mi aguante en las persecuciones y sufrimientos, como aquellos que me ocurrieron en Antioquia, Iconio y Listra.
¡Qué persecuciones padecí! Pero de todas me libró el Señor.
Por otra parte, todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo Jesús será perseguido.
En cambio, esos perversos embaucadores irán de mal en peor, extraviando a los demás y extraviándose ellos mismos.
Pero tú permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación.
Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena.


En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:
-« ¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David?
El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice:
“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.”
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?» La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.


Palabra del Señor.

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