miércoles, 28 de diciembre de 2011

Cuento de NAVIDAD


Erase una vez un angelito muy pequeñito, el angelito más pequeño que os podáis imaginar. Todos en el cielo le llamaban “chiquitín” aunque en realidad se llamaba Benjamín.

Benjamín siempre estaba preguntándole a su mamá:

- Oye mamá, ¿Cómo celebran los niños la Navidad en la Tierra?

- Por favor mami, déjame bajar a la Tierra para verlo. Y su madre le decía: No Benjamín, eres aún demasiado pequeño para ir tú sólo a la Tierra.

- Oh por favor, por favor mamá, te prometo que no haré nada malo y que volveré enseguida.

Tanto insistió que al final su madre le dijo:

- Está bien te dejaré bajar a la Tierra a ver cómo celebran los niños la Navidad con la condición de que vuelvas rápidamente en cuanto pase el día 25 de diciembre.

- De acuerdo, te lo prometo, dijo Benjamín y se dispuso a hacer todos los preparativos para el viaje.

Al llegar la Nochebuena, el día 24 de diciembre, se despidió de todos y se dispuso a bajar del Cielo. Fue volando entre las nubes moviendo sus alitas muy deprisa pues hacía un frío……y es que estaba empezando a nevar.

Se cruzó con los renos de papá Noel que iban corriendo a toda velocidad surcando el cielo tirando del trineo y oyó a papá Noel que desde lejos le saludaba:

- Oh oh oH hasta luego chiquitín, voy corriendo, no me puedo parar pues aún me quedan muchos niños a los que dejar su regalo.

- No te preocupes papá Noel voy a casa de unos niños, así que ya te veré luego, dijo Benajamín.

y siguió bajando y bajando y, según se acercaba a las casas empezó a volar más despacito para ver en qué casa se iba a meter. Fue volando mirando por las ventanas y por fin se decidió por una casa en la que vivían dos niños. El mayor se llamaba Felipe y tenía cinco años y ya era muy bueno y responsable y el pequeño, se llamaba Adrián, pero en casa todos le llamaban “piquirriqui”. Era muy rico, pero un poco llorón y caprichoso. Claro, es que sólo tenía tres años recién cumplidos….

Pero al angelito Benjamín, cuando los vio tan dormiditos en su cuarto, le parecieron unos niños adorables y decidió quedarse en esa casa.

Buscó un hueco de la ventana que estaba abierto y por allí se metió, fue volando volando por el pasillo hasta que llegó a la puerta del salón de la casa, allí se paró y cuando empujó la puerta para entrar, se quedó sin palabras: ¡¡¡¡Allí había el árbol más bonito que había visto en su vida!!! Era tan grande que casi llegaba al techo, estaba lleno de bolas que brillaban y de luces de colores y abajo del todo estaba lleno de los regalos que había dejado papá Noel esa noche.

De pronto, Benjamín oyó unos pasos que se acercaban corriendo al salón y las risas de los niños que venían cantando: 25 de diciembre fun fun fun. 25 Ya es Navidad!!!.

El angelito buscaba desesperado dónde esconderse para que no le vieran y no se le ocurrió nada mejor que quedarse muy quieto con las alas extendidas en lo alto del árbol de navidad como si fuera una figurita más.

Los niños entraron corriendo al salón, seguidos de sus papás y gritaron: Mirad! Ha venido papá Noel. Mamá, papá ¿podemos abrir ya los regalos?.

Sí claro, dijeron sus papás, mira en este paquete pone tu nombre y en este otro pone el nombre de tu hermano.

Los niños abrieron todos los regalos, papá Noel les había traído lo que habían pedido y estaban muy contentos.

Benjamín los miraba desde lo alto del árbol sin mover ni un pelo para no ser descubierto pero, estaba tan feliz viéndoles, que no pudo evitar soltar unas risitas de felicidad.

Entonces, Adrián, el niño más pequeño, le vió y empezó a gritar:

- Mamá, mamá ese angelito es de vedáaa, le he visto reírse.

- Pero que cosas tienes, piquirriqui, es un angelito de cerámica, ¿cómo se va a reír?. Anda sigue jugando con tus juguetes nuevos.

Sin embargo, los niños al ratito de estar jugando empezaron a discutir:

- Déjame el tren.

- No, es mío.

- Eh! no cojas mi patinete, papá Noel me lo ha traído a mí.

- Mentira que es mío.

- ¡No toques mis fichas que me las vas a romper!.

- Pues si no me lo dejas, me enfado y ya no juego contigo y acabaron los dos enfadados, cada uno en un extremo del salón.

- ¡¡¡Se acabó!!! Dijeron mamá y papá enfadados,

- Ahora mismo vamos a meter todos los juguetes en una bolsa y vamos a regalárselos a los niños que no tienen casa y Papá Noel no ha podido dejarles nada.

Felipe y Adrián se pusieron a llorar, sus padres les reñían enfadados y de pronto Adrián se dio cuenta de que le había caído una gotita de agua en la mano, miró hacia arriba y vio que eran las lágrimas de Benjamín.

Se calló de inmediato y acercándose a su hermano le dio un besito y le dijo: Perdón!!! A la vez que le dejaba su patinete nuevo.

El hermano mayor, que era muy bueno y responsable, le dio un super- mega abrazito “Crunch” y le dijo. Jugaremos los dos con todo por turnos, primero tú y luego me toca a mí, ¿vale?.

- Muy bien, hijos, así se hace!!!, dijeron los papás muy contentos y ahora ¿qué os parece si en esta bolsa metemos los juguetes que queráis y nos vamos a regalárselos a los niños que no han tenido tanta suerte esta Navidad?.

El niño pequeño miró de reojo al angelito y vio que le sonreía y que le guiñaba un ojo y cuando al día siguiente todos andaban como locos buscando al angelito del árbol que había desaparecido y su máma le preguntó: piquirriqui ¿Has cogido tú el angelito que había en el árbol?

- El dijo muy convencido: No, se fue muy contento volando, volando, hasta el cielo.

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