jueves, 6 de mayo de 2010

Lectura


A mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios

En aquellos días, después de una fuerte discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros: -«Hermanos, desde los primeros días, como sabéis, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca el mensaje del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, mostró su aprobación dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué provocáis a Dios ahora, imponiendo a esos discípulos una carga que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús. » Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron, Santiago resumió la discusión, diciendo: - «Escuchadme, hermanos: Simón ha contado la primera intervención de Dios para escogerse un pueblo entre los gentiles. Esto responde a lo que dijeron los profetas: "Después volveré para levantar de nuevo la choza caída de David; levantaré sus ruinas y la pondré en pie, para que los demás hombres busquen al Señor, y todos los gentiles que llevarán mi nombre: lo dice el Señor, que lo anunció desde antiguo." Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que no se contaminen con la idolatría ni con la fornicación y que no coman sangre ni animales estrangulados. Porque durante muchas generaciones, en la sinagoga de cada ciudad, han leído a Moisés todos los sábados y lo han explicado.»

Permaneced en mi amor, para que vuestra alegría llegue a plenitud

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.»

Palabra del Señor.

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