Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme .Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles, de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti. Queremos compartir contigo y con tu Madre Santísima la alegría de tu Resurrección gloriosa. Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna.
1 ª ESTACIÓN: La Resurrección
Jesús resucita de la muerte
Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos.
Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo.
En la madrugada del sábado, al alborear del Primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: "Vosotras, no temáis. Ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id de prisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis". Mira os lo he anunciado.
Del Evangelio según Mateo (Mt 28, 1-7)
Después del sábado, la fiesta. Después de la espera en la oscuridad, la luz. Del seno de la noche revienta la aurora; la única entre tantas, la primera de todas, el alba de la Pascua, el comienzo de un día que no tendrá jamás ocaso. Inaugura el hombre nuevo: ayer crucificado, hoy resucitado para vivir sin fin. El terremoto, la blancura como de nieve, la luz como en el Tabor, son signos de la manifestación de Dios. El lo derriba todo como la piedra del sepulcro: "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Ap. 21,5). Dios es novedad, es "belleza siempre antigua y siempre nueva", es joven eterno, hacen falta jóvenes para siempre. En el Bautismo nos ha dado el germen de la juventud. Somos portadores de novedad. Las mujeres, fieles al Maestro, tienen en sus manos los vasos de los aromas para los muertos. El ángel anuncia una novedad para la vida: "no tengan miedo". Desde siempre el hombre esperaba esta noticia: la muerte está muerta. Ha estallado la vida.
El hombre de hoy corre el riesgo de correr hacia sepulcros y embalsamar la vida. Llorar es más cómodo que proyectar. Es urgente hacerse reevangelizar por esta novedad traída por el alba de este día sin fin. La "Nueva Evangelización" para los hombres de hoy tiene como centro la Pascua: en un mundo altamente informático, corren el riesgo de quedar sofocados por las comunicaciones. Esta noticia pascual puede quedar sumergida. Hay que ponerla en el centro de la persona y de todo el sistema de su vida. Ella le da sabor a toda conquista. ¿De qué serviría la más bella noticia, si no existiera esta buena noticia de que la muerte no es la última palabra?
Oración: (cuando se vea la imagen de UNAS MANOS, quiere decir ORACIÓN)
Alégrate Virgen Madre: Cristo ha resucitado, ¡Aleluya!
Jesús Resucitado, el mundo tiene necesidad de ser reevangelizado. La nueva evangelización aplaca el corazón trastornado por tantos mensajes. Hace resonar el anuncio siempre nuevo. Y hace a las mujeres mensajeras entusiastas de la raíz de la vida nueva: tu Pascua. Obra el trasplante: cabeza nueva, corazón nuevo, vida nueva.
Haz que pensemos como piensas tú, haz que amemos como amas tú, has que proyectemos como proyectas tú, haz que sirvamos como sirves tú.
Amen
Oh María. Templo del Espíritu Santo,
Guíanos como testigos del Resucitado
por el camino de la luz.
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