jueves, 9 de abril de 2009

La Carta que nos envia JESÚS

Querido hermano:

He venido a la tierra para explicaros una sola cosa: que podéis ser felices, porque sois el ojito derecho de Dios. Y que sólo necesitáis una cosa: Sentiros la gran familia humana: todos hermanos.

Intenté mostraros cómo el amor llega al corazón de cualquiera, hasta el más degenerado, y lo cambia. Que el amor es capaz de curar, de dar esperanzas, ilusiones de vivir, y hasta de resucitar un muerto.

Me he cansado de repetiros que a Dios, mi Padre, precisamente porque es "Padre", quiere ver que todos sus hijos se quieren y están bien. Es su mayor preocupación. Y como ya no sabía qué más hacer para que le entendierais, quiso que yo viniera personalmente a explicároslo.

Pero no hay manera con vosotros. Siempre encontráis mil razones para no llevaros bien, para no compartir, para destruiros entre vosotros. Dios os quiere aunque no seáis buenos, aunque no lo merezcáis... y en cambio vosotros ponéis condiciones al amor... y amáis sólo a unos pocos, como si el amor se pudiera gastar, como si hubiese que hacer méritos para ser querido y querer. No sé dónde habréis aprendido estas cosas...

Os lo he intentado explicar de muchas maneras: con parábolas y discursos, con milagros, con hechos... Pero las palabras no sirven de mucho. Y, aunque no os lo merecéis, aunque tú que me escuchas eres un desastre y no haces una sola a derechas, aunque sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, aunque no dejas de darme la espalda, aunque sólo amas al que te devuelve el amor, aunque no perdonas y se la guardas al que te hiere o te falla, aunque estás empeñado en guardarte tus cosas para ti, en vez de compartirlas, aunque no te da la gana de buscar tiempo para estar a solas con mi Padre y escuchar todo lo que tiene que decirte, aunque te cansas de luchar al día siguiente de haber empezado...

Yo te voy a demostrar que se puede ser de otra manera. te voy a demostrar que te quiero porque sí: te voy a amar hasta quedarme seco, sin una gota de sangre en el corazón. Te lo voy a dar todo: desde mi vida, hasta mi madre, que es lo mejor que tengo. Porque te quiero hasta reventar. Porque quiero que aprendas de mí, que soy dios, que ni siquiera yo puedo "pasar" de amar. y no te pongo ninguna condición. Lo hago porque me muero de amor por ti... porque nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos...

¿Lo has comprendido? ¿Y tú? ¿Quieres hacer algo por mí? Yo no puedo morir más que una vez. Mañana lo haré. Pero tú... sí que puedes hacer algo. ¿Ves el pan? Así soy yo. Me voy a romper, a hacer migas para que me puedas meter dentro de ti. Me voy a dejar masticar, triturar. Me voy a poner en tus manos, para luego poder correr por tus venas, para poder tomar posesión de tu corazón y tu vida, y seguir así amando. ¿Me dejas? ¿Quieres ser tú como yo, pan para el que tiene hambre? ¿Estás dispuesto a dejarte destrozar para demostrar lo fuerte que es el amor... Si es así, ven, toma este Pan, come mi cuerpo, méteme dentro de ti...

Mi último deseo antes de morir es hacer un pacto contigo, una Alianza nueva y eterna: Si me quieres, ama. Si me quieres, haz la voluntad de mi Padre. Si me quieres, sirve. Si me quieres, ama como yo... pero no a mí: a tus hermanos. Y si estás dispuesto a hacerlo hasta derramar la última chispa de tu vida, de tu sangre... bebe este cáliz. Es el mío: lleno de sangre, porque amar cuesta y duele aunque también dé la felicidad. ¿Dispuesto a ir a la cruz? Pues bebe... A cambio... yo te perdono todos tus fallos y pecados, porque en el fondo "no sabes lo que haces". A cambio te ofrezco la vida para siempre, te abro de par en par las puertas de la muerte para que puedas pasar hasta los brazos de mi Padre y recibir su cariñoso abrazo...

Además, como yo he sido uno de vosotros, sé lo que cuesta ser fiel, constante y entregado. Sé que es muy difícil para vosotros vivir y ser como yo. Sé que "sin mí no podéis hacer nada". Así que si te sientes débil, si necesitas mi ayuda, mi fuerza y mi valor: me quedo entre vosotros en el pan y el vino. Necesitarás recibirme muchas veces... hasta que por tus venas y en tu corazón no haya otra sangre y otra vida que la mía.

Este es, pues, mi regalo de despedida en esta tarde de Jueves Santo:

- Si no me comulgas, caerás en la tentación.
- Si no me comulgas,
no tienes nada que ver conmigo.
- Si no me comulgas, no podrás ser mi discípulo.
- Si no me comulgas, no podrás amar bastante.
- Si no me comulgas,
es que no aceptas mi alianza y mi perdón.
- Si no me comulgas,
es que rechazas todos mis gestos de amor...

Pero si no me comulgas, te voy a seguir queriendo igual, porque eres mi hermano.
Te quiero.
JESÚS DE NAZARETH


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