jueves, 9 de abril de 2009

Homilía - 09/04/2009, Jueves Santo – Semana Santa "LA CENA DEL SEÑOR"

HOMILÍA
09/04/2009, Jueves Santo – Semana Santa "LA CENA DEL SEÑOR"
Realizada por: P. Luis Carlos Aparicio Mesones s.m.

CENA DEL SEÑOR

DIA DEL AMOR FRATERNO


Los pobres.

Los pobres siempre han sido la muda conciencia de la humanidad.
Entendemos por pobres a los excluidos de los medios de producción, los marginados, los que se sientan a la mesa para recoger las migajas de los hartos, los que hurgan en los basureros en busca de despojos para conseguir unos céntimos, los que piden limosna en cualquier esquina...
La descripción sería inacabable.

Millones de seres humanos sufren las consecuencias de las tremendas injusticias, nacidas del egoísmo humano y de la explotación abusiva de los medios de producción en beneficio de unos pocos.
Es más rentable dentro de nuestra sociedad “desarrollada” dar un salario social que facilitar un trabajo. Es una forma más de comprar la voluntad humana y acallar las voces de protesta. Importa poco que la persona quede herida en su dignidad y se mutilen sus lógicas aspiraciones de ser útil y contribuir a su crecimiento.

¿Cómo amar en medio de tanto atropello y confusión?

Día del amor fraterno.

Hoy es el DIA DEL AMOR FRATERNO. Y se abre un enorme interrogante al contemplar en la celebración festiva de esta tarde la Cena del Señor, que engloba la conmemoración de la institución de la Eucaristía y el Lavatorio de los pies.

La Eucaristía o Memorial de la Muerte y al Resurrección del Señor, es el sacramento por excelencia de la Comunidad Cristiana- Iglesia- y signo de la presencia perenne de Jesús entre nosotros hasta la consumación de los tiempos.

Es un Memorial activo y vital, que nos invita a compartir nuestra vida y entregarla al servicio de los demás, como hizo El.

El trigo que se muele y tritura en el molino, que se amasa y cocido se convierte en pan, que se parte y comparte entre todos, y la uva que se pisa y exprime en el lagar para fermentar posteriormente en vino, se transformarán en el Cuerpo y la Sangre del Señor, en la salud y la alegría. Porque para eso el trigo y la uva han tenido que morir y abrirse a una nueva realidad.
¿Qué mejores símbolos para expresar lo que hizo el Señor por nosotros y que, a través de los sacerdotes, nos invita a celebrar en su memoria?

Jesús se rebaja, se hace el último y el más humilde servidor como recuerda muy bien San Pablo en su Carta a los Filipenses 2,5-8: “A pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos. Así, presentándose como simple hombre, se abajó, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz”

La Cena con sus discípulos, su emotiva despedida quiere revestirla Jesús de un significado especial mediante el previo lavatorio de los pies.
Es la fiesta de Pascua y el recuerdo del Paso del Señor para guiar a su pueblo por el desierto a la Tierra Prometida, se hace vivo entre los que conservan la memoria histórica de aquellos acontecimientos, que el padre, como responsable de la familia, se preocupa de no olvidar. Por eso las dificultades que sufrió el pueblo al sentirse acosado por los egipcios- preparando a toda prisa pan sin levadura, hierbas amargas y cordero sin despedazar, se vivían con nostalgia. Un buen judío no podía prescindir de la celebración de la Pascua.

Lavatorio de los pies.

La Cena con sus discípulos, su emotiva despedida, quiere revestirla Jesús de un significado especial mediante el previo lavatorio de los pies.
Siente llegada su hora. Se acerca el momento de presentarse a sí mismo como Pan ázimo y como Cordero inmolado, de anunciar su muerte y proclamar su triunfo y su presencia para siempre. Lo describe S. Pablo- como tradición heredada en el relato de I Cor.11, 23-28.

La emoción y el silencio llenan la sala, porque se levanta con una jofaina en la mano y una toalla para limpiarles los pies. Son su familia y quiere dejarles como testamento el testimonio palpable de su última voluntad.
De poco vale el pudor arrogante de Pedro, negándose a ser servido.
La Pascua de la Nueva Alianza se tejerá desde la humildad, más que desde la prepotencia y el poderío:”El que quiera ser el primero, póngase el último de todos y sea servidor de todos”. Es la expresión de la entrega suprema y del talante fraterno que debe presidir las relaciones humanas de un cristiano:

“EN ESTO CONOCERÁN QUE SOIS MIS DISCÍPULOS: SI OS AMAIS UNOS A OTROS COMO YO OS HE AMADO”;”HACED VOSOTROS LO MISMO”

Hechos y no palabras. Ser seguidor de Jesús implica una entrega generosa y constante.
La Eucaristía que celebramos, repitiendo gestos y palabras, sin involucrarnos en el servicio a los hombres, que son nuestros hermanos, es una farsa farisaica.
Si de algo grave se nos acusa a los cristianos es de tener una doctrina maravillosa y unos pobres hechos.

¡Ojala que hoy no sea un paréntesis más en nuestro compartir, liberando nuestra conciencia con un donativo a Cáritas! Es la vida misma la que está en juego en cada gesto, palabra, hecho y se reviste de sensibilidad cuando entregamos nuestra persona por encima de nuestros bienes materiales. Dar la vida es dar todo. Y abundan por fortuna las personas con estas actitudes. Lo que pasa es que no entran en el apartado de la publicidad, pero todos tenemos presente ejemplos muy cercanos.

Esta tarde y hasta bien entrada la noche el Santísimo estará expuesto en todos los templos católicos para la pública adoración de los fieles. Meditemos sobre este GRAN MISTERIO y agradezcamos a Jesús haberse quedado en medio de nosotros.

Que tengáis una feliz SEMANA SANTA, HERMANOS.

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