Lecturas del 30/11/2022

Hermanos:
Si profesas con tus labios que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación. Pues dice la Escritura: «Nadie que crea en él quedará confundido».
En efecto, no hay distinción entre judío y griego; porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».
Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; y ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?; y ¿cómo anunciarán si no los envían?
Según está escrito: « ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!». Pero no todos han prestado oído al Evangelio. Pues Isaías afirma:
«Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?»
Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y viene a través de la palabra de Cristo. Pero digo yo: « ¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras».
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.
Les dijo:
Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor.

30 de Noviembre - San CUTBERTO MAYNE

En San Esteban Fano, en Inglaterra, san Cutberto Mayne, presbítero y mártir, el cual, abrazada la fe católica y ordenado sacerdote, ejerció su ministerio en Cornualles hasta que, bajo el reinado de Isabel I, fue condenado a la pena capital por haber publicado unas Cartas Apostólicas, siendo el primero de los alumnos del Colegio de los Ingleses de Kilmaeduagh que fue martirizado.

Si el gobierno de Isabel esperaba que la comunidad católica inglesa se extinguiera por sí sola cuanto todos los sacerdotes del tiempo de la reina María hubiesen muerto, no puede extrañar la rabia que le causó saber que se habían abierto los seminarios de Douai-Reims, Roma, Valladolid y Lisboa para surtir de pastores al perseguido catolicismo inglés. Estos misioneros hicieron una gran labor de reconciliación y de conversión. 

Cutberto nació en Youlston en Devonshire, recibió una educación protestante y además un tío suyo había jurado la supremacía de la corona sobre la Iglesia de Inglaterra, para no perder su parroquia: deseaba que su sobrino se hiciera sacerdote para sucederle en el beneficio. Le costeó los estudios en la escuela de gramática de Barnstaple y luego en Saint. Alban Hall de Oxford, donde se graduó.  Se ordenó sacerdote y obtuvo una capellanía en Saint. John's College en Oxford en 1567. 

Su crisis religiosa se inició por el contacto con san Edmundo Campion y Gregorio Martín, alumnos de este colegio, los cuales estaban en fase de conversión al catolicismo y sus argumentaciones impactaron en Cutberto, pero tenía escrúpulos por no defraudar a la gente que había confiado en él. Una carta enviada por Gregorio Martín desde Douai cayó en manos del obispo de Londres, que mandó arrestarlo, pero Cutberto, avisado de la intención, huyó hacia Douai. En 1573 realizó una formal retractación de su condición de clérigo anglicano e ingresó en el catolicismo y en el seminario. Fue ordenado sacerdote en Douai en 1575, y enviado a la misión inglesa (c. 1575); trabajó en Cornualles; trabajó como mayordomo o administrador del feudo de Golden, propiedad del católico Francisco Tregian,  pero antes de que hubiera pasado un año fue capturado y condenado por haber celebrado misa. Durante este año consiguió numerosas conversiones de forma que ninguno de los convertidos por él renunciaron posteriormente a la fe católica. Fue  llevado a Truro donde el obispo de Exeter examinó sus papeles y libros, y de allí a Launceston donde fue acusado de tener una bula papal y de tener y repartir “agnus dei”  y de sostener la primacía del papado. Fue condenado por traidor. Fue ajusticiado por medio de la horca en Launceston, su cuerpo fue descuartizado y su cabeza y trozos expuestos en diferentes sitios. Su martirio enfervorizó a los alumnos de Douai cuando llegó la noticia. Fue canonizado por Pablo VI entre los «Cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales», en 1970. Protomártir de los seminarios ingleses.

Lecturas del 29/11/2022

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias ni sentenciará de oídas; juzgará a los pobres con justicia, sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra; pero golpeará al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia será ceñidor de sus caderas, y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero, el leopardo se tumbará con el cabrito, el ternero y el león pacerán juntos: un muchacho será su pastor. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león como el buey comerá paja.
El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente, y el recién destetado extiende la mano hacia la madriguera del áspid.
Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los pueblos: se volverán hacia ella las naciones y será gloriosa su morada.
En aquella hora Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: « ¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

29 de Noviembre - Santa ILUMINADA

En Todi, de la Umbría, santa Iluminada, virgen.

La más antigua noticia sobre esta santa es del siglo XI. De la misma época, proviene una biografía legendaria de la santa, que dice que Iluminada nació en Palazzolo de Rávena, de padres paganos, y fue llamada Cesarea, pero que cuando se convirtió al cristianismo tomó el nombre de Iluminada. La historia se desarrolla en época de la persecución de Diocleciano: acusada por su padre al prefecto de Rávena, fue puesta en prisión, pero un ángel la liberó y la llevó por la Via Salaria, de allí siguió hasta Bettona y Martana (Umbría), donde hizo muchos milagros y se reunió con sus padres, que mientras tanto también se habían convertido. El prefecto de Martana la arrestó de nuevo, y mientras estaba en la cárcel murió junto con sus padres el 29 de noviembre del 303 en Bertinoro (Todi, Umbría). Sus cuerpos fueron enterrados en un lugar llamado Papiniano o Baños de Papinio, a dos millas de la ciudad, mientras que un brazo de Iluminada fue llevado a Todi y puesto en el «Monasterio de las Milicias».

Existen diferentes versiones de esta biografía más o menos igual de legendarias, y algunos piensan que el autor habría adaptado a nuestra santa la historia griega de santa Fotina (que se traduce al latín, precisamente, «Illuminata»), pero otros sostienen que de la de santa Firmina de Amelia, ya que, según esta interpretación, esta santa puede identificarse con Felicísima de Todi, con lo que sería la misma persona honrada con tres nombres diferentes.

Si bien la información biográfica de las tres santas son similares, sólo se puede deducir que los biógrafos han copiado unos de otros -lo que resulta habitual en el género de la hagiografía-, y no que querían celebrar a la misma persona; por otra parte, la diversidad del lugar y el día de martirio distinto de cada una de las tres santas es un buen argumento para llegar a la conclusión de que se trata de diferentes personas.

Lecturas del 28/11/2022

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos y dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén». Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor.
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Le contestó: «Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mí criado: “Haz esto”, y lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.

28 de Noviembre - NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES DE KIBEHO

Rwanda presenta la evidencia física del Cielo profetizando sobre el futuro de la humanidad, ante el pecado que invade el mundo. Los videntes de Kibeho, muchos de ellos niñas estudiantes de un colegio religioso, fueron testigos de una profecía horrenda, que alertaba sobre algo que iba a ocurrir allí mismo.

APARICIONES: 

María se aparecen entre 1981 y 1984 a siete jóvenes en una humilde aldea africana, en una zona con históricas tensiones étnicas entre los pueblos Hutu y Tutsi. María realiza revelaciones allí sobre el futuro de la humanidad.

Los jóvenes debían transmitir a todo el mundo un mensaje de penitencia, conversión, oración sincera y fe viva, unido al rechazo de los pecados de idolatría, fornicación e hipocresía. 

Fue durante una aparición que duró ocho horas (en medio de los habitantes de la aldea que observaban azorados), que los jóvenes videntes comenzaron a gritar y llorar ante la visión que el Cielo les muestra: Según cuentan las chicas, la Virgen se presentó como "Madre del Verbo (En lengua local: "Nyina Wa Jambo"); tenía la piel oscura, invitó a la conversión, a la oración y al ayuno. Sólo en una ocasión (el 15 de Agosto de 1982) les mostró imágenes terribles; un río de sangre, personas que se mataban entre sí, cadáveres abandonados sin nadie que les diese sepultura… “Un río de sangre, muchos cuerpos abandonados y decapitados - ... En una visión que duró ocho horas, vieron imágenes aterradoras de personas matándose unas a otras, de cuerpos echados a los ríos. Vieron los cuerpos sin sus cabezas -- decapitados.  Ellos lloraban y lloraban y los testigos a alrededor de los videntes se quedaron con una impresión inolvidable de temor y tristeza...”

Si Rwanda no regresaba a Dios, habrán "ríos de sangre".  Alphonsine dice que la Virgen vino a preparar a la humanidad para la venida de su Hijo:

"El mundo está llegando a su fin. El regreso de Jesús está muy cercano... La Reina de los Ángeles viene a aconsejarnos que nos preparemos para la venida de su Hijo. Tenemos que sufrir con Jesús, rezar y ser apóstoles para prepararnos para su venida"

María advierte allí que si Rwanda no se convierte, ésta profecía caerá sobre el pueblo.

María también le dijo a los videntes: 

"Yo he venido a prepararle el camino a Mi Hijo, para vuestro bien, y ustedes no quieren comprender. El tiempo que resta es poco, y ustedes están como distraídos y ausentes. Están concentrados en las cosas de este mundo, que son pasajeras. He visto a muchos de mis hijos perderse, y he venido a mostrarles el camino verdadero". 

LOS VIDENTES:

El 28 de noviembre de 1981, en el comedor de la escuela de Kibeho, Alphonsine Mumureke, oyó una voz que la llamaba: "Hija mía". Se dirigió hacia el pasillo y vio a una bella mujer. La describe así: "Tenía un vestido blanco sin costuras y en la cabeza un velo también blanco. No sabría definir el color de su piel, pero era de una belleza incomparable. Tenía las manos juntas a la altura del pecho, con los dedos hacia el cielo". La joven le preguntó: "¿Quién eres?". La respuesta fue: "Yo soy la Madre del Verbo".

La experiencia se repitió al día siguiente, domingo 29 de noviembre, y durante el mes de diciembre, cada sábado, siempre en el comedor o en el patio de la escuela. La primera reacción de los profesores y alumnas fue de escepticismo. Nadie le creía. Sus compañeras afirmaban que la oían hablar en otros idiomas como francés, inglés, kinyarwanda y otros, que no conocían. Muchos la ridiculizaban. Pero poco después otras jóvenes afirmaron haber tenido también apariciones de la Santísima. Según Alphonsine, la Virgen vino a Kibeho para preparar a la humanidad para la venida de su Hijo. Alphonsine siguió teniendo apariciones durante un período de varios años y afirmaba tener un secreto, confiado a ella por la Virgen, el cual no debía revelar hasta que Ella no se lo indicara. La última aparición a Alphonsine tuvo lugar el 28 de noviembre de 1989, a los siete años de la primera.

En enero de 1982, fue Nathalie Mukamazimpaka, una joven de 18 años, muy equilibrada y tranquila, quien vio a la Virgen, casi por 2 años, hasta el 3 de diciembre de 1983.

La tercera fue Marie Claire Mukamgango, de 21 años. Vio a la Virgen de marzo a septiembre del 1982. Antes no creía en las apariciones. La Virgen le dio la misión de difundir el Rosario de los Siete Dolores de María. (Ella murió en la masacre).

Otros cuatro jóvenes videntes no fueron incluidos en la aprobación eclesiástica

Cuatro jóvenes de Kibeho dijeron que también veían a la Virgen en diferentes ocasiones, pero solo han recibido aprobación oficial las apariciones a las tres arriba mencionados.

Entre las muchachas que reportaron ver la Virgen había una joven musulmana que se convirtió y bautizó. También un joven pagano llamado Sagstashe, quien después de las apariciones se convirtió tomando el nombre Emmanuel. A Emmanuel, Jesús se le apareció en el campo en julio del 1982 y le enseñó el Padre Nuestro y el catecismo. El nunca antes de las apariciones había estado en una iglesia.

Los videntes empezaron a tener apariciones de Jesús y María en forma independiente, conformando un grupo a partir del paso del tiempo y ante la guía que la propia Madre Celestial les brindaba. Con el paso del tiempo, los videntes empezaron a tener apariciones colectivas en medio del pueblo de la aldea de Kibeho, que observaba como entraban en estado de éxtasis ante la visión de María.

Las apariciones terminaron para seis de los videntes en 1983 y solo Alphonsine continuó teniendo apariciones, una vez al año el 28 de noviembre. La última fue en 1989 de esa fecha.

Las advertencias se cumplen:

Entre 1994 y 1995 se desató una masacre en Ruanda por la guerra tribal entre los hutus y los tutsis. Fue un verdadero holocausto que hizo titulares en todos los periódicos del mundo. En pocos meses murieron unas 800.000 personas asesinadas.  Entre las víctimas, 3 obispos y más de 400 sacerdotes y religiosos.  No se sabe el paradero de todos los videntes. Se dice que la familia de Alphonsine fue asesinada y ella pudo refugiarse en Zaire. Se piensa que Marie Clarie, Emmanuel y otros videntes fueron asesinados. Miles de cadáveres yacían sin sepultura por todas partes, muchos de ellos decapitados; cientos de cadáveres fueron echados al río Kagera ensangrentando sus aguas.  ¡La Virgen lo advirtió!

Los mensajes no añaden nada a la doctrina de la Iglesia, pero son de gran importancia porque La Virgen viene a despertarnos, a advertirnos, para que vivamos la fe y cooperemos con ella en la salvación del mundo....  

RECONOCIMIENTOS:

El 15 de agosto de 1988, el obispo de la diócesis de Butare, dentro de la cual está Kibeho, Mon. Jean Baptiste Gahamanyi aprobó la devoción pública, mediante la dedicación del Santuario de Kibeho a "Nuestra Señora de los Dolores".

En 1990, durante la visita al país africano, Juan Pablo II exhortó a los fieles a mirar a la Virgen como una guía sencilla y segura, pidiendo un mayor empeño contra las divisiones locales, políticas y étnicas.

El 29 de junio del 2001, durante una Eucaristía en la catedral, concelebrada con todos los obispos de Rwanda y el nuncio apostólico, Salvatore Pennacchio, el obispo de Gikongoro, Augustín Misago, en cuya jurisdicción se encuentra Kibeho, declaró solemnemente como creíbles las afirmaciones de tres de las videntes: Alphonsine Mumureke, Nathalie Mukamazimpaka y Marie Claire Mukangango. La aprobación NO incluye a los demás videntes ni a las apariciones posteriores a 1983. Tampoco se aprobaron las apariciones de Jesús. Se toman en consideración sólo las apariciones públicas, en presencia de testigos. 

La proclama del obispo dice: “Sí, la Virgen María se ha aparecido en Kibeho el día 28 de noviembre de 1981 y en el curso de los seis meses siguientes. Hay más razones para creerlo que para negarlo”.

El Vaticano publicó la declaración del Arzobispo Misago el 29 de junio del 2001, lo cual es un signo del apoyo de la Santa Sede a las apariciones de Kibeho.

Persecución a la Iglesia en Rwanda:

La Iglesia de Rwanda aprueba la aparición en medio de una persecución iniciada por el gobierno local contra la Iglesia. En mayo de 2001 el Obispo Monseñor Misago (quien reconoció las apariciones) es encarcelado por el gobierno rwandés, acusado de haber participado en la masacre de 1994.

El gobierno ruandés había intentado transformar 13 iglesias católicas en monumentos conmemorativos del genocidio, cerrándolas al culto, pero la firme oposición de la Iglesia hizo que desistiera de su decisión. El santuario de Kibeho se convertirá en centro fundamental de conversión, de expiación de los pecados y de reconciliación. 

27 de Noviembre 2022 – PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO - LA EXPECTACIÓN DE DIOS -

Dos veces nos presenta la liturgia dominical la perspectiva de los últimos días del mundo: en este primer domingo de Adviento y en el último de Pentecostés. Hoy es el relato más breve de San Lucas, que nos invita a asociar nuestra vida a un comienzo, que ensancha el corazón, no le encoge, y le alegra en vez de hacerle temblar. Las señales en el cielo, la congoja de las gentes en la tierra y el confuso estruendo de las olas en el mar, nos interesan menos que aquel otro espectáculo del Hijo del hombre que viene en la nube con poder grande y majestad. Es una venida lo que la liturgia nos anuncia. Por eso se nos dice a continuación: Levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención se acerca. Es preciso levantar las cabezas, mirar hacia la lejanía, otear todos los horizontes. Tan vasta, tan profunda ha de ser nuestra mirada, que debe abarcar toda la corriente de las generaciones humanas. Sólo entonces podrá ser completa. No es posible prescindir del final sombrío. Allá, en la lejanía insondable entre el lúgubre estertor de los siglos, descubrimos al Juez coronado de relámpagos y sentado en la nube. Es la última venida. En el lado opuesto, entre los primeros balbuceos de la Humanidad, vemos avanzar una luz, cada vez más clara, cada vez más amable, hasta que se detiene sobre la roca del portal de Belén. Es la primera venida. Y en el fondo de nuestro ser, si observamos atentamente podemos ver algo que se mueve, que germina, que florece, que fructifica. Es Cristo, que se está formando en nosotros; es la segunda venida. Y estas tres venidas, misteriosamente enlazadas; estas tres venidas, que se explican unas a otras, y se completan, y se iluminan, son las que la sagrada liturgia ofrece a nuestra consideración en este tiempo de Adviento con que empieza el año eclesiástico. «Porque Cristo—dice San Bernardo—vino en la carne y en la flaqueza, viene en el espíritu y en el amor, y vendrá en la gloria y en el poder.»

Eso es lo que significa Adviento: advenimiento. Es un ciclo iluminado por los más bellos resplandores de la esperanza. No poseemos, pero aguardamos; y esto nos llena de alegría. Para nuestros corazones, espoleados siempre por el aguijón del más allá, la esperanza tiene a veces más poesía que la realidad misma. El que siga con atención las fórmulas litúrgicas de estos días que nos separan de la fiesta de Navidad, vivirá horas inenarrables. Como es natural, el sentimiento que embargará su alma, y dominará sus sentidos, y saltará al exterior en expresiones magníficas, es el de la expectación ansiosa, amorosa, ardiente; confiada en unos momentos, y en otros empañada de sombras y nerviosa de inquietudes. Los gritos inflamados con que los santos del Antiguo Testamento suspiraban por la venida del Mesías vuelven a repercutir en nuestros templos. Al oírlos, nuestro espíritu se traslada a edades pretéritas, vive en medio de los grandes patriarcas de vida nómada y pastoril, penetra en los palacios de los reyes de Israel, que se nos presentan como puros símbolos de una realidad superior, y se mezcla con la muchedumbre que hormiguea en los pórticos del templo de Salomón para oír los discursos unas veces terribles, otras consoladores, de los profetas.

Y llegamos a pensar que asistimos a un drama en el cual se juega nuestro propio destino. Y esto es el Adviento, una renovación abreviada, una síntesis de aquellos siglos que precedieron a la venida de Cristo… Cristo es el punto central de la vida del mundo. Su aparición en medio de los tiempos divide la historia de la Humanidad, y a la Humanidad misma, en dos grandes porciones, la que espera y la que posee; cronología sagrada que se impone a la profana, puesto que el correr de los siglos converge en Cristo. El Antiguo Testamento espera y pide; los libros de los hebreos no son más que una urdimbre de anhelos y promesas. Ya entonces el Mesías prometido anima toda la historia del pueblo de Israel, inspira sus empresas, domina su vida. Hasta en el seno del paganismo podemos descubrir de cuando en cuando extrañas iluminaciones, gritos angustiosos, arrancados por el confuso presentimiento de la venida de un Salvador. Esta actitud de los espíritus acentuábase conforme avanzaba el mundo antiguo, y a ella corresponde la idea primordial del Evangelio de San Lucas, escrito por un convertido de la gentilidad, que conocía bien la psicología de sus antiguos correligionarios. El mundo está agotado, se decía, pero no tardará en recobrar su juventud por una revolución inesperada. Agonizaba uno de los grandes ciclos de la vida del Universo; pero la renovación seguiría inmediatamente. Filósofos, sacerdotes y adivinos coincidían en su apreciación del momento. Los discípulos de Platón y de Pitágoras anunciaban su «apocatástasis»: después de la completa evolución de lo uno a lo múltiple, de lo perfecto a lo imperfecto, todo volvería a encontrarse en su posición primera; y con el reino de Saturno—añadían los órficos—se inauguraría de nuevo la edad de oro. San Pablo resumía este estado de agitación, este fermento de inquietud, que penetraba todos los espíritus, en aquella frase famosa de su epístola a los romanos: «Todas las criaturas gimen y están como en dolores de parto»; y éste es el ambiente que inspiraba a Virgilio su égloga cuarta, tan misteriosa, que los críticos aún no se han podido poner de acuerdo sobre quién era aquel Niño prodigioso bajo cuyos auspicios la felicidad volvería al mundo, se borrarían las últimas huellas de nuestro crimen y la tierra quedaría libre de los miedos eternos.

Esta expectación es la que nuestra santa madre la Iglesia quiere despertar en nosotros con la policromía maravillosa de sus textos litúrgicos, llenos de dramatismo, de vida, de colorido, de emoción. No se trata solamente de evocar un episodio o un conjunto de episodios históricos para formar un juego literario, sino más bien de resucitar un estado de alma, de vivir las ansias, de reavivar los anhelos que en el pueblo escogido despertaba la expectación del Mesías. El Adviento no es una simple conmemoración: es el estado normal de todo verdadero cristiano. Lo eterno es siempre actual. La liturgia no se entretiene nunca en evocar recuerdos estériles. Esos suspiros, esas plegarias, esas aspiraciones de los patriarcas y de los profetas, puestos en nuestra boca, lejos de ser una simple repetición de anhelos pretéritos, tienen un valor real, una eficaz influencia sobre el gran acto de la munificencia del Padre celestial al darnos a su Hijo; y son, sobre todo, la condición necesaria de esa otra venida interior que se realiza en cada uno de nosotros: la venida en el espíritu y en el amor. Todos podemos vivir aquella vida de esperanza; «esperar la esperanza bienaventurada», según diría San Pablo; aguardar la luz en medio de las tinieblas, recibir el consuelo en la hora de la incertidumbre, cuando el alma gime y el anhelo brota en ella como una planta estéril; repetir la oración confiada que la Iglesia pone en nuestros labios durante estos días: «Ven, Señor, a visitarnos en la paz, para que nos alegremos delante de Ti con un corazón perfecto.»

El nacimiento de Cristo en la gruta sería inútil sin el nacimiento de Cristo en las almas. Es la profunda teología de San Pablo. Cristo nace en nosotros, se forma, crece; nos revestimos de Cristo; dentro de nosotros se realiza una espiritual y misteriosa reencarnación. Cristo se abrevia, se empárvese para entrar en nosotros y realizar todas las maravillas anunciadas por los profetas, que se resumen en esta palabra de San Juan: «A todos los que le abrieron la puerta les dio poder para ser hechos hijos de Dios, no por vía de la sangre ni por voluntad de la carne, sino por obra de Dios.» Tal es el maravilloso poder de la oración litúrgica. Como por vía de magia, el pasado se hace presente y se llena de una realidad sublime. Recogemos viejas fórmulas, y esas fórmulas tienen todo su sentido, no han perdido ni un átomo de su eficacia. No sólo están cargadas de recuerdos, no sólo están iluminadas de poesía, sino que están llenas de gracia y de fuerza. Son un conjuro que aguarda la respuesta infalible: la evocación, la venida de Dios.