Lecturas del 31/01/2022


En aquellos días, alguien llego a David con esta información: «El corazón de la gente de Israel sigue a Absalón».
Entonces David dijo a los servidores que estaban con él en Jerusalén: «Levantaos y huyamos, pues no tendremos escapatoria ante Absalón. Vámonos rápidamente no sea que se apresure, nos de alcance, precipite sobre nosotros la ruina sobre nosotros y pase la ciudad a afilo de espada». David subía la cuesta de los Olivos llorando con la cabeza cubierta y descalzo. Los que le acompañaban llevaban cubierta la cabeza y subían llorando.
Al llegar el rey David a Bajurin, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá.
Iba caminando y lanzando maldiciones. Y arrojaba piedras contra David y todos sus servidores. El pueblo y los soldados protegían a David a derecha e izquierda. Semeí decía al maldecirlo: «Fuera, fuera, hombre sanguinario, hombre deslomado. El Señor ha hecho recaer sobre ti la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino has usurpado. Y el Señor ha puesto el reino en manos de tu hijo Absalón. Has sido atrapado por tu maldad, pues eres un hombre sanguinario». Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: «¿Por qué maldice este perro muerto al rey, mi señor? Deja que vaya y le corte la cabeza». El rey contesto: «¿Qué hay entre vosotros y yo, hijo de Seruyá? Si maldice y si el Señor le ha ordenado maldecir a David, ¿quién le va a preguntar: “Por qué actúas así?». Luego David se dirigió a Abisay y a todos sus servidores: «Un hijo mío, salido de mis entrañas, busca mi vida. Cuánto más este benjaminita. Dejadle que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor. Quizá el Señor vea mi humillación y me pague con bendiciones la maldición de este día».
David y sus hombres subían por el camino.


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo.
Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cómo te llamas?». El respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra del Señor.

31 de Enero - BEATA MARÍA CRISTINA DE SABOYA

En Nápoles, Italia, beata María Cristina de Saboya, reina de las Dos Sicilias y madre de familia, que dedicó su brevísima vida al ejercicio de la piedad cristiana y a la caridad con los pobres.

Fue una princesa de Cerdeña, y era la cuarta hija del rey Víctor Manuel I de Saboya y de su esposa, la archiduquesa María Teresa de Austria-Este. Nació en Cagliari, Cerdeña, porque no lo pudo hacer en Piamonte, el territorio histórico de su dinastía, porque estaba ocupado por las tropas napoleónicas.

Sus primeros años fueron felices hasta que, a la edad de nueve años, vivió la abdicación de su padre. Esta renuncia fue el inicio de una época de inestabilidad -vivió en Niza, Moncalieri y Módena, hasta que se asentó en Génova junto a su madre y su hermana- y de luto familiar: antes de cumplir 20 años de edad, ya había perdido a sus dos progenitores. 

Superó todos estos obstáculos gracias a la fe católica inquebrantable que tuvo desde niña; no en vano fue consagrada a la Virgen el mismo día de su bautizo. La princesa quería ser monja pero entre su familia, el entorno cortesano y su confesor la empujaron a contraer el matrimonio dinástico que le estaba reservado. El 21 de noviembre de 1832 se casó con el rey Fernando II de las Dos Sicilias.  

A María Cristina le costó aceptar, pero tenía una voluntad férrea. El Rey y ella destinaron parte de la cantidad destinada a los festejos a establecer la dote de otras 240 esposas del reino y a la recuperación de objetos empeñados por gente pobre en los Montes de Piedad. 

Mujer muy piadosa, no tuvo una vida fácil en la corte de Nápoles por razones de salud, más lo soportó todo gracias a su fe cristiana.

María Cristina tuvo tales virtudes, desde una perspectiva religiosa, que fue querida por todos aquellos que, mientras vivió, la consideraron como una santa. Su pueblo la apodaba la “Reginella Santa”.

No intervino directamente en política, pero tuvo una influencia positiva sobre su marido. Según cuenta un autor tan poco sospechoso de catolicismo y de monarquismo como Benedetto Croce, arrancó a su marido el indulto a muchos condenados a muerte, entre ellos a Cesare Rosaroll, que conspiró para asesinar a Fernando II. 

Semejante bondad –ayudaba sin parar y donó ingentes cantidades de dinero a todo tipo de obras benéficas y culturales- desembocó en una inmensa popularidad. 

Sin embargo, tres años después de su matrimonio seguía sin cumplir con su principal obligación, la de dar un heredero al trono. Por fin en la primavera de 1835 quedó embarazada. El 18 de enero de 1836 nació el Príncipe Francisco, que sería el último Rey de las Dos Sicilias. 

El parto fue complicado y la Reina María Cristina sabía que sus días estaban contados. El 31, casi sin fuerzas, llevó al recién nacido ante el Rey y le dijo: “Habrás de responder ante Dios y ante el pueblo; cuando crezca, le explicarás que he muerto por él”. A las pocas horas, expiró. Fue beatificada por el papa Francisco el 25 de enero de 2014. 

Lecturas del 30/01/2022


En los días de Josías, el Señor me dirigió la palabra: «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones.
Tú cíñete los lomos: prepárate para decirles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, o seré yo quien te intimide.
Desde ahora te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y al pueblo de la tierra.
Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte - oráculo del Señor -».


Hermanos:
Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente.
Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.
Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada. Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca.
Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.
Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; más, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una palabra: quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.


En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír»
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm» Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se seguía su camino.

Palabra del Señor.

30 de Enero – PANAGIA EVANGELISTRIA

El icono de la Panagia Evangelistria, que representa a María de rodillas en oración, se cree que es la obra de San Lucas y que tiene poderes de curación milagrosa. La Virgen de Tinos fue declarada patrona de la nación griega.

HISTORIA:

Tinos es una pequeña isla de las Cíclades, entre Europa y Asia, y en ella se encuentra el Santuario Nacional de Grecia dedicado a la Panagia Evangelistria, es decir, “Toda Santa de la Anunciación”. 

El 9 de julio de 1822, en el Monasterio de la conocida “Madre de Dios de los Santos Ángeles”, una monja piadosa, Pelagia, tuvo un sueño, fue alcanzada por un olor a flores muy fuerte, vio la puerta de su celda abrirse y una señora con un paso imponente, rodeada por una gran luz, entra y se acerca a la cama, diciendo: “Levántate y ve a buscar rápidamente a un hombre llamado Stampatello Caldani, y dile de mi parte que no puedo soportar más el lugar donde estoy desde hace tantos años; que excave en la finca de Antonio Doxara y construya una gran casa nueva…”. Dicho esto, la mujer se volvió invisible. Pelagia se levantó y todas las campanas tocaban a maitines. Sin embargo, se negó a revelar su sueño, por temor a que fuera una ilusión.

Una semana más tarde, en la noche entre el sábado y el domingo, el 16 de julio, la misma mujer, rodeada de luz, se apareció de nuevo a la monja y le reiteró con insistencia su deseo. Pelagia, indecisa, se preguntó qué hacer, qué diría la gente, y si este sueño en realidad venía de Dios.

El tercer domingo, 23 de julio, antes de Maitines, la mujer desconocida se le apareció y le dijo con severidad: “¿Por qué no has seguido mi orden y estas dudosa? ¿Por qué no tienes fe?”. Ante estas palabras la monja Pelagia comenzó a temblar y se despertó presa de miedo. Y ya despierta ve a la señora que de pronto levanta la mano y le dice: “Escucha por última vez, Pelagia: si no haces lo que he pedido, borraré tu nombre del libro de la vida”.

La monja, más asustada que nunca, sólo tuvo el coraje de preguntarle: “Pero usted quien es que me da órdenes para hacer estas cosas y esta tan enojada conmigo?”. Entonces la señora con gran gracia señala con el dedo todo el mundo y dijo en voz muy baja “Tierra, anuncia una gran alegría …”. 

Después de misa, le dijo sobre la visión a la abadesa y al capellán. Estos, sin saber qué hacer, la envían al Metropolita Gabriel. El obispo de Tinos, que ya había tenido otros dos signos, escuchó a la monja con gran interés ahora convencido de que en el campo de Doxara estaba ubicada una antigua iglesia con un icono de la Virgen, y decidió hacer todo lo posible para encontrarla y para construir una nueva iglesia, según lo solicitado por la Madre de Dios. Después de sonar las campanas, en presencia de todo el clero, el alcalde y todos los vecinos, hizo un sermón y llamó a todo el pueblo de Tinos a reconocer el milagro y recuperar el icono.

Las excavaciones comenzaron en septiembre de 1822 y continuaron durante dos meses sin interrupción, hasta que salieron a luz las ruinas de una antigua iglesia y los restos de un pozo seco, pero no el icono.

La búsqueda se paralizó, pero inmediatamente cayó sobre la ciudad una peste que fue interpretada como un aviso de que debían seguir buscando.

La búsqueda continuó hasta que el 30 de enero de 1823, un trabajador de nombre Vlassi con su azadón chocó con algo que se partió en dos: era el icono. Una vez que se limpia y se recompone, se dan cuenta que era un icono de la “La Anunciación de la Madre de Dios” como dio a entender María, que permaneció escondido en el suelo durante casi ochocientos años.

La noticia corrió por toda la isla de Tinos, las campanas empezaron a sonar y la gente entusiasmada se reunió en el campo de Doxara donde el Metropolita Gabriel, de rodillas y con lágrimas, abrazaba el icono y cantaba junto con los fieles Himno de la Anunciación.

ICONO DE LA EVANGELISTRIA:

El Icono de la Madonna Evangelistria, es decir, de la Anunciación, también es llamado por el pueblo Megalocharis, es decir, la “gran gracia” o “llena de gracia”. Por los muchos ex-votos que la adornan y la esconden de la vista, no es fácil dar una descripción exacta y es necesario utilizar una réplica suficientemente grande en la sacristía.

Según la tradición local, la imagen estaba destinada a una antigua iglesia que data de un período no especificado del período bizantino, en el que el culto cristiano había suplantado a los dioses paganos del Olympo. Esta iglesia, dedicada a San Juan el Bautista, fue quemada y destruida por los árabes, los sarracenos durante el siglo X.

El icono conservado intacto en medio de las ruinas, se mantuvo oculto hasta el día de su descubrimiento, en Enero 30 de 1823. María está representada dentro de una habitación, de rodillas y con la cabeza hacia abajo, con la intención de orar ante un reclinatorio, vestida con traje verde y amarillo. Sobre el reclinatorio hay un pequeño libro abierto en el que están escritas las palabras pronunciadas por la Virgen al Ángel. 

Delante de la Virgen está arcángel Gabriel, rodeado de luz, también vestido de verde y oro, está de pie, sosteniendo el cetro en la forma de una azucena, símbolo de pureza.

RECONOCIMIENTOS Y DEVOCIÓN

El santuario, cuya construcción se remonta a 1830, se enriqueció en su interior con oro y piedras preciosas, para recibir el santo icono en circunstancias prodigiosas. 

En 1835, un real decreto lo declaró Peregrinación de todos los ortodoxos, mientras que los católicos la han llamado la Lourdes del Mar Egeo por su perfecta afinidad con el Santuario de los Pirineos franceses: habla de arrepentimiento, conversión, reconciliación, esperanza y confianza en la intercesión de la Virgen María por los muchos enfermos y afligidos en cuerpo y alma.

En 1972, otro decreto ha definido a Tinos Isla Sacra por el valor de la imagen milagrosa de la Panagia Evangelistria. 

Las Fiestas atraen a muchos peregrinos de Grecia y de todas partes, especialmente el 15 de agosto, fiesta de la Dormición de María, que se convierte en un período de extraordinario fervor que la convierte por un mes en el centro de la isla y el corazón del cristianismo griego.

Lecturas del 29/01/2022


En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y le dijo: «Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y vacas. El pobre, en cambio, no tenía más que una cordera pequeña que había comprado. La alimentaba y la criaba con él y con sus hijos. Ella comía de su pan, bebía de su copa y reposaba en su regazo; era para él como una hija. Llegó un peregrino a casa del rico, y no quiso coger una de sus ovejas o de sus vacas y preparar el banquete para el hombre que había llegado a su casa, sino que cogió la cordera del pobre y la aderezó para el hombre que había llegado a casa».
La cólera de David se encendió contra aquel hombre y replicó a Natán: «Vive el Señor que el hombre que ha hecho tal cosa es reo de muerte. Resarcirá cuatro veces la cordera, por haber obrado así y por no haber tenido compasión». Entonces Natán dijo a David: «Tú eres ese hombre. Pues bien, la espada no se apartará de tu casa jamás, por haberme despreciado, y haber tomado como esposa a la mujer de Urías, el hitita, Así dice el Señor: “Yo voy a traer la desgracia sobre ti, desde tu propia casa. Cogeré a tus mujeres ante tus ojos y las entregaré a otro, que se acostará con ellas a la luz misma del sol. Tú has obrado a escondidas. Yo, e, cambio, haré esto a la vista de todo Israel y a la luz del sol”». David respondió a Natán: «He pecado contra el Señor» Y Natán le dijo: «También el Señor ha perdonado tu pecado. No morirás. Ahora bien, por haber despreciado al Señor con esa acción, el hijo que te va a nacer morirá. Sin remedio». Natán se fue a su casa.
El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó enfermo.
David oró con insistencia a Dios por el niño. Ayunaba y pasaba las noches acostado en tierra.
Los ancianos de su casa se acercaron a él e intentaban obligarlo a que se levantara del suelo, pero no accedió, ni quiso tomar con ellos alimento alguno.


Aquel día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas lo obedecen!».

Palabra del Señor.

29 de Enero - BEATA VILLANA DE BOTTIS

En Florencia, ciudad de la Toscana (hoy Italia), beata Villana de Bottis, madre de familia, la cual, abandonando la vida mundana que llevaba, vistió el hábito de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo y se distinguió por su asidua meditación de Cristo crucificado, por la austeridad de vida y por pedir limosna por la calles en favor de los pobres.

Nació en Florencia. Hija de un anciano mercader florentino, que cedía a todos sus caprichos, casada con un joven señor florentino, Rosso di Piero Benintendi, que se adornaba con las mismas cualidades que su suegro, incrédulo e insufrible. Era madre de familia. Se dejó seducir por la vida mundana y las fiestas suntuosas, hasta que un día, mirándose en un espejo vio un monstruo terrible que se reflejaba en todos los espejos de la casa, entonces se dio cuenta que estaba desperdiciando su vida. 

Buscó a Dios y le encontró en la Tercera Orden dominica. Tomó el hábito de las hermanas de la Penitencia de santo Domingo e inició una nueva vida bajo la dirección de los frailes de santo Domingo, de quien, según su biógrafo fray Jerónimo di Giovanni, era "devotísima".

Se dedicó al estudio de la Sagrada Escritura y a la contemplación de Cristo crucificado, a quien Vilana invocaba frecuentemente como: "Cristo Jesús, amor mío crucificado". Su austeridad de vida influyó entre las demás mujeres de su ambiente y muchas se decidieron a imitarla. Desde entonces no vivió más que para hacer el bien. Mendigó para los pobres, vendió sus bienes. Convirtió a su padre, caído en la miseria. Doblegó a su marido. Aceptó la enfermedad y las injurias como una expiación. Se dice que se alimentaba espiritualmente con la lectura de las cartas de san Pablo y con la meditación en la Pasión de Cristo. Murió en Florencia. Está enterrada en la Basílica de Santa María Novella de Florencia, en una tumba de mármol, obra de Bernardo Rossellino.  León XII confirmó su culto el 27 de marzo de 1824.

Lecturas del 28/01/2022


A la vuelta de un año, en la época en que los reyes suelen ir a la guerra, David envió a Joab con sus servidores y todo Israel. Masacraron a los amonitas y sitiaron Rabá, mientras David se quedó en Jerusalén.
Una tarde David, se levantó de la cama y se puso a pasear por la terraza del palacio. Desde allí divisó a una mujer que se estaba bañando, de aspecto muy hermoso. David mandó averiguar quién era aquella mujer.
Y le informaron: «Es Betsabé, hija de Elián, esposa de Urías, el hitita». David envió mensajeros para que la trajeran.
Ella volvió a su casa.
Quedó encinta y mandó este aviso a David: «Estoy encinta».
David, entonces, envió esta orden a Joab: «Mándame a Urías, el hitita». Joab se lo mandó.
Cuando llegó Urías, David le preguntó cómo se encontraban Joab y la tropa y cómo iba la guerra. Luego le dijo: «Baja a tu casa a lavarte los pies».
Urías salió del palacio y tras de él un regalo del rey. Pero Urías se acostó a la puerta del palacio, con todos los servidores de su señor, y no bajo a su casa. Informaron a David: «Urías no ha bajado a su casa».
David le invitó a comer con él y le hizo beber hasta ponerle ebrio.
Urías salió por la tarde a acostarse en su jergón con los servidores de su señor, pero no bajo a su casa.
A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab, que le mandó por Urías.
En la carta había escrito: «Poned a Urías en primera línea, donde la batalla sea más encarnizada. Y luego retiraos de su lado, para que lo hieran y muera». Joab observo la ciudad y situó a Urías en el lugar en el que sabía que estaban los hombres más aguerridos.
Las gentes de la ciudad hicieron una salida. Trabaron combate con Joab, y hubo bajas en la tropa, entre los servidores de David. Murió también Urías, el hitita.


En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega». Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar en su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender.
Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Palabra del Señor.

28 de Enero - BEATO JULIÁN MAUNOIR

En el lugar de Plévin, de la Bretaña Menor, en Francia, beato Julián Maunoir, presbítero de la Compañía de Jesús, que se entregó por espacio de cuarenta y dos años a las misiones populares por todos los lugares y aldeas de la provincia.

Nació en Saint-Georges-de-Reitembault en Francia. Recibió una  educación religiosa de sus padres; se hizo jesuita en el 1625. Después de recibir la ordenación sacerdotal en el 1637 deseaba marchar como misionero al Canadá, pero su destino fue Bretaña, la región de Cornualles: aprendió maravillosamente la lengua y predicó con tanta eficacia que en dos años evangelizó a 30.000 personas. Cuando el P. Maunoir empezó a trabajar en la Bretaña, en 1640, había sólo otros dos misioneros. A su muerte, ocurrida cuarenta y tres años más tarde, había más de mil. 

La realidad es que hubo apenas un puñado de jesuitas, de los que la mayoría eran bretones, y un fuerte contingente del clero bretón que cooperó con los padres de la Compañía y se sometió espontáneamente a la rigurosa disciplina que les impuso el P. Maunoir. 

La tarea consistía, ante todo, en la instrucción religiosa; "la predicación emocional", capaz de arrastrar a las multitudes en un momento dado, sólo se empleó como instrumento secundario. Los misioneros se ayudaban en su tarea con imágenes en colores, algunas de las cuales se conservan todavía en la biblioteca de Quimper. Se trataba de ilustraciones de la Pasión, del Padre nuestro, de los pecados capitales, etc., bajo las diferentes alegorías del Caballero Errante, de las Seis Ciudades de Refugio, de Los Tres árboles... Con esto, se despertaba la imaginación popular y las cualidades poéticas del espíritu humano. 

Las imágenes, lo vivencial y el sentido del humor de los comentarios hechos por los misioneros es lo que hacía pensar a Henri Brémond en Bunyan. Pero además, había representaciones con cuadros plásticos vivientes. De ahí se originaron las famosas procesiones en las que se representaba, por ejemplo, la Pasión del Señor. El P. Maunoir predicaba y los actores encarnaban su palabra, en tanto que "los oyentes sollozaban de emoción". Algunos se quejaron de la emotividad de tales actos, pero los obispos bretones apoyaron al misionero. Otro de los métodos era el empleo de cantos religiosos, de los cuales algunos eran ya tradicionales y otros habían sido compuestos por el mismo P. Maunoir. Lo cierto es que Julián tenía el don de versificar con gran sentimiento y que los cánticos religiosos constituían un factor importante en las misiones bretonas. Al empleo del idioma local se añadía la devoción a los santos bretones de la antigüedad. La región de San Corentin, en la diócesis de Quimper, fue el campo predilecto del P. Maunoir.

Como la leyenda de los santos celtas está llena de milagros -algunos de ellos conmovedores, otros fantásticos y aun poco edificantes entre los realmente convincentes-, así la evangelización llevada a cabo por Julián, fue apoyada por numerosos milagros y prodigios. Trabajó así durante 40 años con la ayuda de un grupo de sacerdotes diocesanos y murió exhausto en Plévin. Los peregrinos acudieron en masa a besar aquellos pies que habían viajado por toda la Bretaña y llevaron hasta sus últimos rincones el mensaje evangélico.  Fue beatificado por SS Pío XII el 20 de mayo de 1951.

Lecturas del 27/01/2022


Después de que Natán habló a David, el rey vino a presentarse ante el Señor y dijo: «¿Quién soy yo, mi Dueño y Señor, y quién la casa de mi padre, para que me hayas engrandecido hasta tal punto? Y, por si esto fuera poco a los ojos de mi Dueño y Señor, has hecho también a la casa de tu siervo una promesa para el futuro. ¡Esta es la ley del hombre, Dueño mío y Señor mío! Constituiste a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios.
Ahora, pues, Señor Dios, confirma la palabra que has pronunciado acerca de tu siervo y de tu casa y cumple tu promesa. Tu nombre sea ensalzado por siempre de este modo: “¡El Señor del universo es el Dios de Israel y la casa de tu siervo David permanezca estable en tu presencia”. Pues tú, Señor del universo, Dios de Israel, has manifestado a tu siervo: “Yo te construiré una casa”. Por eso, tu siervo ha tenido ánimo para dirigirte esta oración. Tú, mi Dueño y Señor, eres Dios. Tus palabras son verdad y has prometido a tu siervo este bien.
Dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca para siempre ante ti. Pues tú, mi Dueño y Señor, has hablado, sea bendita la casa de tu siervo para siempre».


En aquel tiempo, Jesús dijo al gentío:
«¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero?
No hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no haya nada oculto, sino para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga». Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».

Palabra del Señor.

27 de Enero - BEATO JORGE MATULAITIS

En la ciudad de Kaunas, en Lituania, beato Jorge Matulaitis, obispo de Vilna y después enviado apostólico en Lituania, fundador de la Congregación de Clérigos Marianos y la Congregación de Hermanas Pobres de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.

Natural de Luginé, Lituania, último de 8 hijos; a los tres años se quedó huérfano de padre y madre. Enfermó de tuberculosis ósea; a causa de su pobreza tuvo que trabajar en el campo junto con sus hermanos, pero no cesó de cultivar su deseo de hacerse sacerdote, estudió en el seminario en Kielce, de donde era rector un tío suyo. En 1893 el seminario fue cerrado por el zar, entonces cambió su apellido por Matulaitis y pasó a Varsovia donde fue ordenado sacerdote en 1898. 

En 1899 fue nombrado párroco de Dalescyce y dos meses más tarde se marchó a Alemania, después a Suiza, residiendo en la parroquia de San Juan de Friburgo, atendiendo a su ministerio. En 1901 una operación lo empeoró, pero mejorado, siguió sus estudios y se doctoró en Teología en la universidad católica. En 1902 regresó a Kielce y se le nombró profesor del seminario y después párroco de Imielno para volver pronto al seminario como vicerrector. Trasladado a Varsovia ejerció un amplio apostolado entre los universitarios, intelectuales y obreros y fundó la Asociación Cristiana de Trabajadores, hizo también un gran apostolado en la prensa y organizó las semanas sociales de Kaunas, Lituania y Varsovia. En 1907 obtuvo la cátedra de Teología es la Academia Eclesiástica de Petersburgo, de la que, en 1907, será vicerrector.

A pesar de los dolores que le provocó la tuberculosis, y a causa de la posible extinción de la Orden Mariana, fundó los Canónigos Regulares Marianos, las Pobres Hermanas de la Inmaculada Concepción de la Beata Virgen María y las Esclavas de Jesús Eucarístico. Fue nombrado obispo de Vilna en el 1918.  

Jorge Matulaitis luchó vigorosamente para defender los derechos de la Iglesia y la libertad del pueblo. Renunció a su sede el 14 de julio de 1925. El 1 de septiembre de 1925, el papa Pío XI le nominó arzobispo y visitador apostólico en Lituania. El Vaticano despachó a Matulaitis a Vilnius para completar el concordato con el gobierno lituano y así restaurar las relaciones diplomáticas, cosa que consiguió Matulaitis poco antes de morir en Kaunas. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 28 de junio de 1987 en Roma.

Lecturas del 26/01/2022


Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, para anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido: gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Doy gracias a Dios, a quien sirvo como mis antepasados, con conciencia limpia, porque te tengo siempre presente en mis oraciones noche y día.
Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría. Evoco el recuerdo de tu fe sincera, la que arraigó primero en tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy seguro que también en ti. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por imposición de mis manos porque, pues Dios no nos ha dado un espíritu cobardía, sino de fortaleza, amor y de templanza.
Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.


En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”.
Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”».

Palabra del Señor.