Lecturas

 



En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga: «Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo.
Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que lo habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

Palabra del Señor.

Beato Pedro "El Diácono"

En Roma, beato Pedro Diácono (o Levita), monje del monasterio del Celio, que, por mandato del papa san Gregorio I Magno, administró con prudencia el patrimonio de la Iglesia Romana y, ordenado diácono, sirvió con fidelidad al pontífice.

Parece que nació en la actual ciudad de Salussola en el Piamonte italiano. Discípulo, amigo, imitador e interlocutor de san Gregorio Magno en el monasterio benedictino de Monte Celio en Roma; aquí estudió letras y Filosofía. En el 590, cuando Gregorio fue elevado al papado, Pedro era subdiácono y fue enviado a Sicilia por el Papa como su vicario. Algunas cartas de Gregorio presentan a su legado ante los obispos sicilianos, otras se dirigen al propio Pedro, con quien discute cuestiones relativas a su misión como vicario: marcación de territorios, donaciones, asistencia a los pobres, vigilancia de las costumbres del clero, construcción de iglesias, etc. Desempeñó este encargo del 590 al 592, y luego en la Campania lo mismo por un año, para establecerse después en la propia Roma, como diácono de Gregorio.

Fue su diácono, secretario y su biógrafo, además del encargado de administrar el patrimonio de la Iglesia. En el libro “Los Diálogos” de Gregorio, el interlocutor es Pedro, y el libro fue escrito por consejo suyo.  En el proemio de los “Diálogos” leemos que un día el Papa se retiró a un lugar solitario, posiblemente el monasterio de San Andrés en Celio; abrumado y cansado de los graves problemas que le tocaban como Pastor de toda la Iglesia, recibió el consuelo y apoyo de Pedro, «amadísimo hijo y querido compañero de santos estudios», «singular amigo desde su primera juventud». 

De los antiguos biógrafos de Gregorio se recoge un importante episodio: cuando Gregorio dictaba sus obras a Pedro, estaban separados por una cortina; un día Pedro, extrañado de la velocidad con la que el santo le dictaba la doctrina cristiana, sin preguntar corrió la cortina, y vio al Espíritu Santo en forma de paloma dictando al oído del Papa la verdad de la fe. Pedro prometió guardarle el secreto con su propia vida. El papa murió en el 604, confiando poco antes a su fiel secretario que se intentaría destruir su obra, a lo que Pedro aseguró que trataría de impedirlo de todas las maneras. El peligro resultó cierto un año después: durante una carestía de alimentos se había difundido la calumnia de que Gregorio había empobrecido a la Iglesia por su excesiva prodigalidad con los pobres, y los fieles enfurecidos quisieron destruir su obra. Pedro defendió los escritos revelando la historia de su divino dictado, y se comprometió a que juraría en el púlpito de la Basílica Vaticana, y que si era verdad lo que contaba, que muriera en ese mismo instante. Y efectivamente, jura el 30 de abril del 605, y cae al instante muerto, con lo que cumple a la vez con salvar las obras y defender con su vida el secreto que había descubierto sin querer.

Fue enterrado en el campanario de la Basílica, no lejos de su maestro; su memoria litúrgica se inscribió el 12 de marzo, el mismo día de la muerte de san Gregorio, aunque el Martirologio actual la ha vuelto a poner en su fecha natural, el 30 de abril. En 1945 los ciudadanos de Salussola construyeron un oratorio dedicado al Beato como cumplimiento de un voto hecho durante la I Guerra Mundial. El 3 de mayo de 1866, Pío IX confirmó su culto inmemorial.

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Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.


En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

San Torpetes de Pisa

En Pisa, de la Toscana, san Torpetes, mártir.

Oficial de la guardia de Pisa. Parece que murió decapitado durante la persecución de Nerón. Las leyendas que hay sobre su vida no son fiables. Su cuerpo fue echado al mar y llegó hasta Saint-Tropez. Se dice que san Pablo lo nombra en la Epístola a los Filipenses, cuando dice: "os saludan los hermanos que están conmigo, sobre todo aquellos de la casa de Cesar". 

Según la leyenda, Torpetes era un patricio del grado ecuestre durante la época del emperador Nerón. Su nombre completo era "Caius Silvius Torpetius" y era nativo de Pisa.

Se convirtió al cristianismo gracias a san Pablo. Profesó su fe durante una ceremonia en la que se rebeló contra Nerón por considerar que Diana no era la creadora del universo y después se profesó cristiano. Nerón, que parece le tenía estima, le pidió a su asistente que le convenciera para que volviera a la religión de sus padres. Cuando Torpetes se negó a hacerlo, Nerón le mandó decapitar. Otra variante de la leyenda es que Torpetes abandonó Roma y viajó a Pisa, pero fue reconocido como cristiano por el prefecto local, Satellicus, que le ejecutó.

La cabeza de Torpetes fue lanzada al río Arno (y más tarde fue reclamada por Pisa). Su cuerpo fue colocado en un barco abandonado con un gallo y un perro, para que se comieran el cadáver. El barco flotó hacia Liguria.

Una santa mujer llamada Celerina tuvo una premonición, en un sueño, de la llegada del cuerpo del santo a la población donde ella habitaba. El barco llegó a la ubicación actual de Saint-Tropez (San Torpes), no muy lejos del cementerio de los marineros. El cuerpo estaba intacto. El gallo se fue volando hacia el pueblo más tarde llamado Cogolin y el perro se dirigió hacia el pueblo llamado más tarde en su honor Grimaud

La gente del lugar llamaron Saint-Tropez a su pueblo en honor a él. Sus reliquias se transportaron al mar en un barco pequeño, igual que otras leyendas de los santos de la región, tales como santa Reparata y santa Devota. Lugares en las costas de España y Portugal también se declararon los lugares donde había arribado el barco de San Torpetes. Torpetes fue venerado en Pisa, Génova y Portugal. También es considerado patrón de los marineros.

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En aquellos días, la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba. Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos.
En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Niger; Lucio, el Círeneo; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo. Un día que estaban celebrando el culto al Señor, y ayunaban, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado».
Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.


En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor.

San Vital de Ravena

En Ravena, en la provincia de Flaminia, en Italia, conmemoración de san Vital. En este día, según la tradición, fue dedicada a Dios la celebérrima basílica de esa ciudad, en la que este santo es venerado desde tiempo inmemorial junto a los santos mártires Valeria, Gervasio, Protasio y Ursicino, por haber defendido tenazmente la fe.

Vital, a quién está dedicada la basílica de Rávena, fue en realidad pariente de Agrícola, en otra versión de la historia, tabién esposo de santa Valeria y padre de santos Gervasio y Protasio, pero esto es según antiguos hagiógrafos. Otra leyenda dice que ayudó a perseverar en la fe al mártir san Ursicino, y que fue martirizado en el año 62.

Según el relato más común, Vital era un oficial que había acompañado al juez Paulino de Milán a Ravena. Desatada la persecución contra los cristianos, acompaña a Ursicino, condenado a muerte, dándole valor, quien en el trayecto al lugar de ejecución se sentía horrorizado de la perspectiva de una muerte violenta. Ursicino es decapitado y es decorosamente sepultado en Ravena por el propio Vital. Ahora él mismo es encarcelado, y luego de hacerle sufrir variadas torturas para hacerlo apostatar, el juez Paulino ordena que sea arrojado a una fosa profunda y que sea cubierto de piedras y tierra; así, también él resulta mártir de Ravena, y su sepulcro en el término de la ciudad llega a ser una fuente de gracias.

Su mujer, Valeria, había querido llevar el cuerpo de su marido a Milán, pero los cristianos de Ravena se lo impidieron. Retorna a Milán, pero en el camino una banda de villanos idólatras la invitan a sacrificar con ellos al dios Silvano; ella lo rechaza, y por esto es golpeada brutalmente, de tal manera que, llegada a Milán, muere tres días después. Los jóvenes hijos Gervasio y Protasio venden todos sus bienes, dan el producto a los pobres, y se dedican a las sagradas lecturas y a la oración, y diez años después serán martirizados; el ya citado Felipe cuida su sepultura.

Muchos estudiosos señalan que la narración es en parte fantasiosa, reconociendo en los personajes citados mártires homónimos, sea de Ravena o de Milán. La antigua iglesia de Santa Valeria en Milán, destruida en 1786, no parece que hubiera sido sino la «cella memoriae», el núcleo memorial de la primitiva área del cementerio milanés, intitulada con el nombre de la gens Valeria. De todos modos, el relato legendario, como tal, es verdaderamente antiguo, y reportado en célebres monumentos de también notable antigüedad. La basílica de Ravena consagrada en el 548 es dedicada al mismo tiempo a san Vital y a sus hijos Gervasio y Protasio, cuyas imágenes aparecen bajo la lista de los Apóstoles, mientras que un altar lateral queda dedicado a Ursicino.

En el Martirologio Romano actual son celebrados san Vital en esta fecha, tomando como referencia la de la dedicación de la basílica de Ravena, y Gervasio y Protasio el día 19 de junio, aniversario del traslado de sus reliquias por san Ambrosio. Valeria y Ursicino son evocados en los elogios, pero no tienen celebración asignada.

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En aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.
Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor. Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos fueron llamados cristianos.


Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: « ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente». Jesús les respondió: «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí.
Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado, es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor.

San Macaldo de la Isla de Man

En la isla de Man, en la parte septentrional de Cambria, san Macaldo o Maughold, obispo, célebre por su santidad.

Bandido irlandés, del que se dice que fue un desterrado, que san Patricio convirtió y envió a la isla de Man, para compensar los robos anteriores, donde convirtió los corazones de aquellos isleños. Fue obispo de la isla y tuvo un gran éxito. Probablemente se el mismo san Maughold. Se le ha confundido algunas veces con otros santos irlandeses.

Transcribo tal cual la traducción realizada por el hagiógrafo Abel Della Costa en “El Testigo Fiel”: “La leyenda local, recogida en un el archivo de tradiciones de la Isla de Man por el estudioso William Harrison, cuenta a grandes trazos esto mismo que recogía Butler, con la variante de que la leyenda da a entender que san Patricio lo recibe en la isla (y por tanto en forma de aparición), no que lo convierte estando en Irlanda; de la conversión y sus motivos la leyenda no habla, sólo menciona el hecho. Las frases en cursiva están en prosa en el original: 

“Os contaré la leyenda, tan bien como pueda,/ de san Maughold, el piadoso y antiguo obispo de Man.

Este hombre (como su padre)/ era un libertino, o al menos,/ lo fue en un tiempo anterior,/ si es que podemos/ destapar sus pecados. Antes de ser obispo/ daba a su pobre esposa,/ se dice, una triste vida:/ la engañaba y sacudía (cheat and beat)/ y a veces la maltrataba;/ y hasta amenazaba con pegarle,/ cuando estaba bajo licor./ Pues aunque ahora es un santo,/ fue en otro tiempo, entre los bandidos,/ el Capitan o líder, tan feroz como se pueda ser, en esa isla que Moore llama "La gema del mar" [Irlanda].

Y dondequiera que iba,/ se redoblaba el saqueo...

Pero luego de algunos años comenzó a arrepentirse.

Así que lo pusieron a flotar/ en un bote de cuero crudo,/ en un muy duro clima,/ sus manos atadas juntas,/ con cerrojos en los pies,/ y sin nada que comer.

Y así cantaba (mientras continuaba su viaje por las olas): «Estoy a flote, estoy a flote, sobre la feroz marea.»

Al fin fue arrojado/ en una isla desconocida;/ o al menos muy pocos/ sabían de ella en aquel tiempo./ A donde el bote llegó/ era la Isla de Man;/ y san Patricio (el gran santo),/ lo recogió, seguramente desmayado, y ese hombre llegó a ser -y creemos que es posible- un digno y respetable obispo de Man.

Sí! tal era su fama,/ que llegó a tener gran nombre,

Cuando santa Brígida, una monja irlandesa, lo fue a visitar, perdió su corazón, dicen algunos (como prueba del asunto).

Y muy pronto tomó el velo,/ cuando lo vio tan pálido,/ con tantos ayunos,/ para expiar sus locuras.

Pues éste llegó a ser -y creemos que es posible- un digno y respetable obispo de Man.

Y en la hermosa Isla de Mona [en el NE?]/ el santo vivió por un tiempo,/ donde ahora hay un famoso pozo/ que tiene, según se dice,/ un excelente manantial que los maneses (a pesar del barro) usan, por sus famosas virtudes medicinales. 

Estas, -¿no lo sabes?-/ eran eficaces,/ para los hijos e hijas de la Isla/ que bebían sus aguas,/eran sobre todo sanados (a pesar de que sabía a pintura) bebiéndola en el asiento del santo.

No es una moderna y cómoda silla,/ más bien uno duro y despojado,/ tal que ya nadie ahora querría sentarse/ donde el santo, con su camisa de pelo,/ y todo cubierto de suciedad/ se arrepentía de sus fechorías/ y repasaba sus cuentas.

Así he contado la historia, en verso, lo mejor que he podido, de san Maughold, el obispo de Man.”

Es el patrón de la isla de Man. Tiene culto local.

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Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».

Palabra del Señor.

San Pascasio Radberto

En el monasterio de Corbie, también en Neustria, san Pascasio Radberto, abad, que expuso de modo claro y lúcido la verdad sobre el Cuerpo y la Sangre del Señor en el misterio de la Eucaristía.

Nació en Soissons. Huérfano muy joven se quedó en la pobreza. Fue recogido, atendido y formado por las monjas benedictinas de Soissons, quienes le bautizaron con el nombre de Radberto. Más tarde tuvo la oportunidad de estudiar en el monasterio masculino de la misma ciudad.

Bastante joven recibió la tonsura, entrando así en la clase eclesiástica, aunque sin orden, por el momento, pues se encontraba gozando de un relativo tiempo de fama como literato de manera que, y según la costumbre entre éstos, decidió adoptar un segundo nombre agregando al suyo aquel de Pascasio.

Ingresó en los benedictinos, en la abadía de Corbie; donde pronto se distinguió por su vida religiosa y por sus estudios científicos y teológicos, bajo la dirección del abad san Adalardo. 

Renunció al sacerdocio, movido por la humildad. Firmaba "Pascasio, diácono, el más indigno de ser contado entre los monjes". Acompañó a san Adalardo a Sajonia (Alemania) donde fundaron un monasterio "gemelo" de Corbie. Después, siempre en Corbie, se convirtió -primero- en director de estudios y finalmente en abad. Los monjes le eligieron abad (844) a sabiendas de que no era sacerdote.

Tocarían tiempos difíciles al abad, pues las contiendas doctrinales dividieron a los monjes. Otra situación grave fue cuando, al otorgar el rey de Francia Carlos el Calvo regalos al monasterio, se quiso cobrar el favor obligando a Radberto a recibir a un sobrino suyo expulsado por indignidad. Al negarse a ello, el santo abad tuvo que abandonar el monasterio (851). 

Entre sus muchos escritos destacan "La maternidad de la Virgen" y "El cuerpo y la sangre del Señor". Se le atribuyen vidas de santos y comentarios a los textos bíblicos, entre estos últimos -y el más amplio, de doce libros- el dedicado al Evangelio según San Mateo, el cual fue citado por el Concilio Vaticano II en la Constitución "Lumen Gentium".

Reclamado por los suyos, Pascasio Radberto aceptó volver pero sólo en calidad de simple religioso: sería monje, y nada más, oración y estudio hasta el último día de su vida.

Por petición suya fue sepultado entre los pobres y servidores del monasterio; sin embargo, en 1058 sus restos fueron trasladados a la iglesia abacial con los honores reservados a los santos. Fue canonizado por san Gregorio VII en 1073.

domingo, 25 de abril de 2021

Domingo, 25-04-2021 4º domingo de PASCUA Ciclo B