sábado, 31 de julio de 2010

Lecturas


Ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar estas palabras

En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y al pueblo: -«Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como lo habéis oído con vuestros oídos.» Jeremías respondió a los príncipes y al pueblo: -«El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras que habéis oído. Pero, ahora, enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la amenaza que pronunció contra vosotros. Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mi lo que mejor os parezca. , Pero, sabedlo bien: si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes. Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a vuestros oídos estas palabras. » Los príncipes del pueblo dijeron a los sacerdotes y profetas: -«Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro, Dios.» Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías, para que no lo entregaran al pueblo para matarlo.

Herodes mandó decapitar a Juan, y sus discípulos fueron a contárselo a Jesús

En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes: -«Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él. » Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo habla metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: -«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista. » El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

Palabra del Señor.

viernes, 30 de julio de 2010

Lecturas


El pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor

Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del Señor a Jeremías: -«Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo y di a todos los ciudadanos de Judá que entran en el templo para adorar, las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola. A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus malas acciones. Les dirás: “Así dice el Señor: Si no me obedecéis, cumpliendo la ley que os di en vuestra presencia, y escuchando las palabras de mis siervos, los profetas, que os enviaba sin cesar (y vosotros no escuchabais), entonces trataré a este templo como al de Silo, a esta ciudad la haré fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra.” » Los profetas, los sacerdotes y el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras, en el templo del Señor. Y, cuando terminó Jeremías de decir cuanto el Señor le había mandado decir al pueblo, lo agarraron los sacerdotes y los profetas y el pueblo,- diciendo: -«Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo será como el de Silo, y esta ciudad quedará en ruinas, deshabitada? » Y el pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor.

¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?

En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: -« ¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: -«Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

Palabra del Señor.

jueves, 29 de julio de 2010

Lecturas


Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano

Palabra del Señor que recibió Jeremías: -«Levántate y baja al taller del alfarero, y allí te comunicaré mi palabra.» Bajé al taller del alfarero, que estaba trabajando en el torno. A veces, le salía mal una vasija de barro que estaba haciendo, y volvía a hacer otra vasija, según le parecía al alfarero. Entonces me vino la palabra del Señor: -« ¿Y no podré yo trataros a vosotros, casa de Israel, como este alfarero? -oráculo del Señor-. Mirad: como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel.»

Creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: -«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: -«Tu hermano resucitará.» Marta respondió: -«Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dice: -«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: -«Si, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

Palabra del Señor.

miércoles, 28 de julio de 2010

Lecturas


¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga? Si vuelves, estarás en mi presencia

¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de pleitos y contiendas para todo el país! Ni he prestado ni me han prestado, y todos me maldicen. Cuando encontraba palabras tuyas, las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, Señor, Dios de los ejércitos. No me senté a disfrutar con los que se divertían; forzado por tu mano, me senté solitario, porque me llenaste de ira. ¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga, y mi herida enconada e incurable? Te me has vuelto arroyo engañoso, de aguas inconstantes. Entonces respondió el Señor: «Si vuelves, te haré volver a mí, estarás en mi presencia; si separas lo precioso de la escoria, serás mi boca. Que ellos se conviertan a ti, no te conviertas tú a ellos. Frente a este pueblo te pondré como muralla de bronce inexpugnable; lucharán contra ti y no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte y salvarte -oráculo del Señor-. Te libraré de manos de los perversos, te rescataré del puño de los opresores.»

Vende todo lo que tiene y compra el campo

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Palabra del Señor.

martes, 27 de julio de 2010

Lecturas


Recuerda, Señor, y no rompas tu alianza con nosotros

Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan: por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo, una herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país. ¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación. Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti. No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros. ¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia? ¿Soltarán los cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor, Dios nuestro, nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?

Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: -«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.» Él les contestó: -«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

alabra del Señor.

lunes, 26 de julio de 2010

Lecturas



El pueblo será como ese cinturón, que ya no sirve para nada

Así me dijo el Señor: -«Vete y cómprate un cinturón de lino, y rodéate con él la cintura; pero que no toque el agua.» Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí. Me volvió a hablar el Señor: -«Torna el cinturón que has comprado y llevas ceñido, levántate y ve al río Éufrates, y escóndelo allí, entre las hendiduras de las piedras. » Fui y lo escondí en el Éufrates, según me había mandado el Señor. Pasados muchos días, me dijo el Señor: -«Levántate, vete al río Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí. » Fui al Éufrates, cavé, y recog1 el cinturón del sitio donde lo había escondido: estaba estropeado, no servía para nada. Entonces me vino la siguiente palabra del Señor: -«Así dice el Señor: De este modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén. Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adoración, será como ese cinturón, que ya no sirve para nada. Como se adhiere el cinturón a la cintura del hombre, así me adherí la casa de Judá y la casa de Israel -oráculo del Señor-, para que ellas fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza, mi ornamento; pero no me escucharon.»

El grano de mostaza se hace un arbusto, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: -«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.» Les dijo otra parábola: -«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.» Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»

Palabra del Señor.

domingo, 25 de julio de 2010

Lecturas



El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó., -«¿No os hablamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.» Pedro y los apóstoles replicaron: -«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.

Llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús

Hermanos: El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados;.nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.

Mi cáliz lo beberéis

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: -¿«Qué deseas?» Ella contestó: -«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? » Contestaron: -«Lo somos.» Él les dijo: -«Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» Los otros diez, que lo hablan oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor.

Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.

Homilía


SOLEMNIDAD DE
SANTIAGO APOSTOL,
PATRON DE ESPAÑA

Pocos santos están tan envueltos en la leyenda como Santiago Apóstol: su supuesta llegada a España, la aparición de la Virgen María a un cansado Apóstol en Zaragoza, a orillas del Ebro; su intervención en la Batalla de Clavijo o el misterio de su tumba.
No es mi propósito investigar la historia y analizar los acontecimientos, sino comentar la realidad evangélica y la tradición que ha llegado hasta nuestros días, desde una visión de fe.

Datos que nos ofrecen los Hechos de los Apóstoles y los Evangelios

Santiago era hermano de Juan. Este había encontrado a Jesús, junto con Andrés, en un día inolvidable, a las 4 de la tarde, tal como nos relata el cuarto evangelio.
Poco tiempo después, ambos hermanos, parientes de Jesús, lo encuentran a la orilla del lago de Galilea. Están componiendo las redes de pesca con Zebedeo, su padre.
También los hermanos, Pedro y Andrés, se hallan cerca haciendo lo mismo.
Los cuatro reciben la invitación de Jesús para pescar a una hora inapropiada, y asisten atónitos a la mayor redada de peces que habían recogido en su vida de pescadores.
Lo dejan todo ante la llamada de Jesús en una respuesta decidida.
Los dos hermanos y Pedro, pertenecientes al grupo de los Doce, son elegidos como los tres más íntimos de Jesús y testigos predilectos de la resurrección de la hija de Jairo, la Transfiguración en el Monte Santo y la Oración del Huerto de los Olivos.
El carácter impulsivo de los dos hermanos queda de manifiesta en Samaria, cuando Jesús no es bien recibido en un pueblo; le piden al Maestro que haga llover sobre la gente del lugar “fuego del cielo”.
Desde entonces son apodados los “Hijos del Trueno”.
El evangelio de hoy recoge la petición de las “madre de los Zebedeos” para que sus hijos ocupen puestos relevantes en el Reino de los Cielos al lado de Jesús.
La pregunta de Jesús: ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber”?, recibe rápida respuesta: “PODEMOS”
Y, ¡vaya si pudieron!
Santiago apuró el cáliz del sacrificio siendo el primero del grupo de los Doce en dar su vida por Jesús. Fue decapitado por mandato del rey Herodes, según el relato de los Hechos que hemos escuchado.

Lo que ha llegado desde la tradición

Santiago sería el primero de los Apóstoles en llegar a España, obedeciendo el mandato de Jesús de llevar el evangelio hasta los confines de Occidente. Cansado de andar por los caminos y predicar por pueblos, aldeas y ciudades, recibe la vista de la Virgen en carne mortal, sobre un pilar, a orillas del Ebro, en la entonces ciudad romana, Caesar Augusta, una de la principales del Imperio.

Otra maravillosa tradición surge en torno a un campo de estrellas, que el eremita Pelayo interpreta como señal del sepulcro del Apóstol, y que se convertirá en Compostela.

Entre los ss. XI y XIV los caminos de Europa, y sobre todo de España, se pueblan de iglesias, monasterios, ermitas, posadas, ciudades y negocios de diversa índole, que se van abriendo hacia Compostela.
Millares de peregrinas afluyen desde los puntos más lejanos de Europa, tardando a veces años, hasta llegar a los pies del Apóstol para sanar las heridas del alma, reencontrarse consigo mismos y hallar una razón suprema a su vida cristiana en el extremo del mundo, en Finisterre, frente al mítico océano desconocido.

La necesidad de peregrinar a Compostela se hace más necesaria desde la conquista y posterior cierre de Jerusalén por los sarracenos.

Los símbolos jacobeos

Tanto el bastón como la viera y la calabaza están asociados al Camino.

El bastón o báculo del peregrino es una valiosa ayuda para soportar los duros avatares de la vida.


La viera palabra gallega, nos habla del misterio del mar, del horizonte infinito, del Finisterre, reto y aventura.

La calabaza es un elemento imprescindible para llevar la humilde agua que se comparte con otros caminantes.


El Camino de Santiago hoy

Los avances tecnológicos, la sed de aventuras, los desafíos personales y, sobre todo, la fe han convertido el camino en un desfile continuo de masas.
Las autoridades civiles y religiosas han arreglado las rutas jacobeas, invertido en alojamientos y desplegado eficaces propagandas.
Los motivos que alientan a los peregrinos de todo el mundo son múltiples; desde los que lo hacen por puro deporte y afán de superación hasta los que viven las jornadas como reencuentro con sus raíces cristianas y como expresión evangélica de fe con todos los peregrinan a su lado.
En cualquier caso, la meta sigue siendo la misma: el abrazo al Apóstol y la solidaridad con gentes de distintas razas y naciones.
El cambio que se opera en cada peregrino entra en el capítulo de la intimidad
Hoy necesitamos, más que nunca, recuperar el dinamismo de la Edad Media y cimentar en torno a la fe la unidad de la vieja Europa, resquebrajada por los egoísmos nacionales e intereses contrapuestos.
La ruta jacobea sigue siendo un referente único.

¿Qué nos dice esta fiesta de nuestro Santo Patrón?

1.- Que Santiago (San Yago) encarna las virtudes del pueblo español: el apasionamiento y la radicalidad en el seguimiento de Jesús, pero también los defectos: la intransigencia y la intolerancia, que dieron origen a la inquisición y a numerosas guerras civiles.
A Santiago lo transformó el encuentro definitivo con el Resucitado.
Algo parecido puede ocurrirnos en la medida que seamos abiertos a otras culturas y a la aceptación de las discrepancias.

2.- Que debemos romper, como el Apóstol, las fronteras que nos separan en pos de un ideal que dé sentido auténtico a nuestras vidas.

Visto el mundo de esta manera es más fácil crear fraternidad y solidaridad.
Es una utopía, pero no olvidemos que el mismo Evangelio nos arrastra hacia ella.

¡QUE SANTIAGO
BENDIGA A
NUESTRA PATRIA!