Meditación de hoy.
miércoles, 30 de junio de 2010
Lecturas
Retirad de mi presencia el estruendo del canto; fluya la justicia como arroyo perenne
Buscad el bien y no el mal, y viviréis, y así estará con vosotros el Señor Dios de los ejércitos, como deseáis. Odiad el mal, amad el bien, defended la justicia en el tribunal. Quizá se apiade el Señor, Dios de los ejércitos, del resto de José. "Detesto y rehúso vuestras fiestas -oráculo del Señor-, no quiero oler vuestras ofrendas. Aunque me ofrezcáis holocaustos y dones, no me agradarán; no aceptaré los terneros cebados que sacrificáis en acción de gracias. Retirad de mi presencia el estruendo del canto, no quiero escuchar el son de la cítara; fluya como el agua el juicio, la justicia como arroyo perenne."
¿Has venido a atormentar a los demonios antes de tiempo?
En aquel tiempo llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?" Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: "Si nos echas, mándanos a la piara". Jesús les dijo: "Id". Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
Palabra del Señor.
martes, 29 de junio de 2010
Lecturas
Era verdad: el Señor me ha librado de las manos de Herodes
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: "Date prisa, levántate." Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: "Ponte el cinturón y las sandalias." Obedeció, y el ángel le dijo: "Échate el manto y sígueme." Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos."
Ahora me aguarda la corona merecida
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo."
Palabra del Señor.
lunes, 28 de junio de 2010
Lecturas
Revuelcan en el polvo al desvalido
Así dice el Señor: "A Israel, por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer, profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas en el templo de su Dios. Yo destruí a los amorreos al llegar ellos; eran altos como cedros, fuertes como encinas; destruí arriba el fruto, abajo la raíz. Yo os saqué de Egipto, os conduje por el desierto cuarenta años, para que conquistarais el país amorreo. Pues mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro cargado de gavillas; el más veloz no logrará huir, el más fuerte no sacará fuerzas, el soldado no salvará la vida; el arquero no resistirá, el más ágil no se salvará, el jinete no salvará la vida; el más valiente entre los soldados huirá desnudo aquel día." Oráculo del Señor.
Sígueme
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un letrado y le dijo: "Maestro, te seguiré a donde vayas". Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Otro, que era discípulo, le dijo: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre". Jesús le replicó: "Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos".
Palabra del Señor.
domingo, 27 de junio de 2010
Lecturas
Eliseo se levantó y marchó tras Elías
En aquellos días, el Señor dijo a Elías: "Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén." Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: "Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo." Elías le dijo: "Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?" Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.
Vuestra vocación es la libertad
Hermanos: Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos
firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: "Amarás al prójimo como a ti mismo." Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente. Yo os lo digo: andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley.
Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adonde vayas
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?" Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: "Te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza." A otro le dijo: "Sígueme." Él respondió: "Déjame primero ir a enterrar a mi padre." Le contestó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios." Otro le dijo: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia." Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios."
Palabra del Señor.
Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.
Homilía
EL CAMINO DE LA LIBERTAD
Punto de referencia en la historia
Todo pueblo tiene un punto de referencia en su propia historia. Para Israel fue el Exodo, el camino de salida de la esclavitud a la libertad.
También la historia de cada uno es un éxodo personal, donde las diversas vivencias que vivió el pueblo de Israel se transparentan en los quehaceres de los días y en las tradiciones que se van sucediendo.
Echando una rápida mirada a los salmos de la deportación a Babilonia nos damos cuenta cómo la gente experimenta los más nobles sentimientos y reclamaciones a Dios, centro de su fe y suprema garantía de todas sus esperanzas de futuro. Llegarán tiempos mejores para disfrutar de la paz y el descanso y abandonarse en las manos de Dios en el soñado templo de Jerusalén. ¿Qué es la vida sin sueños? ¿Qué es la vida sin ideales?
Cuando surgen las tentaciones de vacío y soledad, es el momento de evocar el pasado.
Otros muchos pasaran por semejante experiencia. Otros muchos encararon el duro camino del desierto para encontrar la Tierra Prometida.
Siempre me han seducido las lecturas narrativas y las películas del viejo Oeste, en el que los hombres con frágiles carromatos y destartalados medios de locomoción acometieron la conquista de una nueva tierra donde construir su hogar. Así han nacido las epopeyas., así se han curtido los pueblos entre encrucijadas de razas y búsqueda permanente de una vida mejor.
España es rica en epopeyas a lo largo de la Reconquista, la colonización de América y el dominio de los mares. Pero España es rica sobre todo, porque su tradición cultural más consistente se ha asentado sobre las raíces del cristianismo.
No podemos conformar ningún pueblo o ciudad sin referencia a la fe cristiana, que ha modificado la moral, las costumbres, los comportamientos, las leyes de convivencia y hasta el lenguaje. Un pueblo que se aparta de las tradiciones termina matando su propia identidad.
Igualmente nuestra identidad familiar, lo que somos y tenemos, es una herencia cultural, afectiva, económica, relacional... de nuestros padres y familiares. Pero no debemos ser una imagen copiada de ellos, sino que debemos construir poco a poco nuestro futuro en libertad
La vida sólo se vive una vez y aquí se tejen todos los hilos de las oportunidades.
Miedo a la libertad
Hay personas que sienten miedo a la libertad y prefieren las sacrificadas seguridades de la esclavitud a enfrentarse con un futuro incierto.
Abundan los presos que, una vez terminado el período carcelario, no se atreven a incorporarse a un mundo que en ese momento les resulta difícil y hostil, auque hayan soñado su salida; como hay pájaros, acostumbrados a la jaula, incapaces de sobrevivir en el bosque.
No es de extrañar la intentona de vuelta de muchos israelitas al cultivo de las cebollas y ajos de Egipto, realizadas a golpe de látigo, antes que sufrir la incertidumbre de una vida saludable en una Tierra Prometida que no acaba de vislumbrarse.
Todo tiene su atractivo; todo tiene sus peligros. Porque hay errores que lastran nuestro paso por la vida y es necesaria una toma formal de actitudes.
Seguir a Jesús exige renuncias y mirar hacia el futuro
Continúa el evangelio de hoy insistiendo en la misma idea que el domingo pasado: el seguimiento de Jesús. Los personajes que desfilan ante el Maestro de Galilea no tienen actitudes limpias frente a la llamada a la renuncia personal, al cambio drástico de su vida, de sus apegos, frente a un bien mucho mejor, pero sin ventajas inmediatas.
¡Cuántas oportunidades perdemos por alegar falsos inconvenientes o por arroparnos en la comodidad!
Jesús, buen conocedor de la vida del campo, nos sugiere la imagen del labrador en una toma eficaz de actitudes. El labrador traza la arada de su finca en surcos largos y rectilíneos, con la mira adelante y puesta en el remate final. Cada surco es una sucesión de pasos al ritmo cansino de los bueyes, las vacas o las mulas mientras la tierra va abriendo sus entrañas para una nueva sementera. Nunca vuelve la vista atrás. Cada jornada acaba su trabajo con decisión, esfuerzo y mirada adelante.
Nunca, sin embargo, hemos de olvidar que el camino no es la meta. Algo cada vez más ajeno a nuestra cultura, que ignora todo aquello que supera el día a día.
Es más fácil instalarse en lo provisional que en lo definitivo. Ofrece, aparentemente, más gratificaciones.
Tampoco agrada hablar de la muerte ni de dificultades.
No cabe duda, y estamos en un Año Santo Compostelano, que sólo la tenacidad, el esfuerzo, la inquietud de lograr una meta... es capaz de llenar el espíritu humano, experimentando más fuertemente la cercanía de Dios y de los hermanos.
Cuantos viven el camino nos narran sus gestas: las ampollas del viaje, el calor de la meseta, la frescura íntima de los templos, el compartir ideales y proyectos cada noche con otros peregrinos hasta entonces desconocidos, el cansancio, la hospitalidad de algunos hogares, el encuentro con uno mismo en los largos silencios andados de la soledad...
Una experiencia inolvidable, con un único objetivo: Santiago, el cielo, Dios...
Pesa sobre cada uno de nosotros el peso de muchos siglos y añejas historias, pero la vida siempre es nueva y camina hacia su plenitud. Cuando somos capaces de abrir las ventanas de la libertad y no retornar a las ataduras de un pasado que, desde el mismo momento en que es pasado, responde a otra historia.
Todo pueblo tiene un punto de referencia en su propia historia. Para Israel fue el Exodo, el camino de salida de la esclavitud a la libertad.
También la historia de cada uno es un éxodo personal, donde las diversas vivencias que vivió el pueblo de Israel se transparentan en los quehaceres de los días y en las tradiciones que se van sucediendo.
Echando una rápida mirada a los salmos de la deportación a Babilonia nos damos cuenta cómo la gente experimenta los más nobles sentimientos y reclamaciones a Dios, centro de su fe y suprema garantía de todas sus esperanzas de futuro. Llegarán tiempos mejores para disfrutar de la paz y el descanso y abandonarse en las manos de Dios en el soñado templo de Jerusalén. ¿Qué es la vida sin sueños? ¿Qué es la vida sin ideales?
Cuando surgen las tentaciones de vacío y soledad, es el momento de evocar el pasado.
Otros muchos pasaran por semejante experiencia. Otros muchos encararon el duro camino del desierto para encontrar la Tierra Prometida.
Siempre me han seducido las lecturas narrativas y las películas del viejo Oeste, en el que los hombres con frágiles carromatos y destartalados medios de locomoción acometieron la conquista de una nueva tierra donde construir su hogar. Así han nacido las epopeyas., así se han curtido los pueblos entre encrucijadas de razas y búsqueda permanente de una vida mejor.
España es rica en epopeyas a lo largo de la Reconquista, la colonización de América y el dominio de los mares. Pero España es rica sobre todo, porque su tradición cultural más consistente se ha asentado sobre las raíces del cristianismo.
No podemos conformar ningún pueblo o ciudad sin referencia a la fe cristiana, que ha modificado la moral, las costumbres, los comportamientos, las leyes de convivencia y hasta el lenguaje. Un pueblo que se aparta de las tradiciones termina matando su propia identidad.
Igualmente nuestra identidad familiar, lo que somos y tenemos, es una herencia cultural, afectiva, económica, relacional... de nuestros padres y familiares. Pero no debemos ser una imagen copiada de ellos, sino que debemos construir poco a poco nuestro futuro en libertad
La vida sólo se vive una vez y aquí se tejen todos los hilos de las oportunidades.
Miedo a la libertad
Hay personas que sienten miedo a la libertad y prefieren las sacrificadas seguridades de la esclavitud a enfrentarse con un futuro incierto.
Abundan los presos que, una vez terminado el período carcelario, no se atreven a incorporarse a un mundo que en ese momento les resulta difícil y hostil, auque hayan soñado su salida; como hay pájaros, acostumbrados a la jaula, incapaces de sobrevivir en el bosque.
No es de extrañar la intentona de vuelta de muchos israelitas al cultivo de las cebollas y ajos de Egipto, realizadas a golpe de látigo, antes que sufrir la incertidumbre de una vida saludable en una Tierra Prometida que no acaba de vislumbrarse.
Todo tiene su atractivo; todo tiene sus peligros. Porque hay errores que lastran nuestro paso por la vida y es necesaria una toma formal de actitudes.
Seguir a Jesús exige renuncias y mirar hacia el futuro
Continúa el evangelio de hoy insistiendo en la misma idea que el domingo pasado: el seguimiento de Jesús. Los personajes que desfilan ante el Maestro de Galilea no tienen actitudes limpias frente a la llamada a la renuncia personal, al cambio drástico de su vida, de sus apegos, frente a un bien mucho mejor, pero sin ventajas inmediatas.
¡Cuántas oportunidades perdemos por alegar falsos inconvenientes o por arroparnos en la comodidad!
Jesús, buen conocedor de la vida del campo, nos sugiere la imagen del labrador en una toma eficaz de actitudes. El labrador traza la arada de su finca en surcos largos y rectilíneos, con la mira adelante y puesta en el remate final. Cada surco es una sucesión de pasos al ritmo cansino de los bueyes, las vacas o las mulas mientras la tierra va abriendo sus entrañas para una nueva sementera. Nunca vuelve la vista atrás. Cada jornada acaba su trabajo con decisión, esfuerzo y mirada adelante.
Nunca, sin embargo, hemos de olvidar que el camino no es la meta. Algo cada vez más ajeno a nuestra cultura, que ignora todo aquello que supera el día a día.
Es más fácil instalarse en lo provisional que en lo definitivo. Ofrece, aparentemente, más gratificaciones.
Tampoco agrada hablar de la muerte ni de dificultades.
No cabe duda, y estamos en un Año Santo Compostelano, que sólo la tenacidad, el esfuerzo, la inquietud de lograr una meta... es capaz de llenar el espíritu humano, experimentando más fuertemente la cercanía de Dios y de los hermanos.
Cuantos viven el camino nos narran sus gestas: las ampollas del viaje, el calor de la meseta, la frescura íntima de los templos, el compartir ideales y proyectos cada noche con otros peregrinos hasta entonces desconocidos, el cansancio, la hospitalidad de algunos hogares, el encuentro con uno mismo en los largos silencios andados de la soledad...
Una experiencia inolvidable, con un único objetivo: Santiago, el cielo, Dios...
Pesa sobre cada uno de nosotros el peso de muchos siglos y añejas historias, pero la vida siempre es nueva y camina hacia su plenitud. Cuando somos capaces de abrir las ventanas de la libertad y no retornar a las ataduras de un pasado que, desde el mismo momento en que es pasado, responde a otra historia.
"Mi vida es el gran regalo que Dios me da para salir a su encuentro"
sábado, 26 de junio de 2010
Lecturas
Grita al Señor, laméntate, Sión
El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob, con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá; derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes. Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silencioso, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza. Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura mis entrañas; se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mi pueblo; muchachos y niños de pecho desfallecen por las calles de la ciudad. Preguntaban a sus madres: "¿Dónde hay pan y vino?", mientras desfallecían, como los heridos, por las calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus madres. ¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén? ¿A quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella? Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte? Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas; y no te denunciaban tus culpas para cambiar tu suerte, sino que te anunciaban visiones falsas y seductoras. Grita con toda el alma al Señor, laméntate, Sión; derrama torrentes de lágrimas, de día y de noche; no te concedas reposo, no descansen tus ojos. Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia; derrama como agua tu corazón en presencia del Señor; levanta hacia él las manos por la vida de tus niños, desfallecidos de hambre en las encrucijadas.
Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: "Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho". El le contestó: "Voy yo a curarlo". Pero el centurión le replicó: "Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace". Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Y al centurión le dijo: "Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: "El tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades".
Palabra del Señor.
viernes, 25 de junio de 2010
Lecturas
Marchó Judá al destierro
El año noveno del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor. La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías, el día noveno del mes cuarto. El hambre apretó en la ciudad, y no había pan para la población. Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa. El ejército caldeo persiguió al rey; lo alcanzaron en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban abandonándolo. Apresaron al rey y se lo llevaron al rey de Babilonia, que estaba en Ribla, y lo procesó. A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia. El día primero del quinto mes, que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia, llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia. Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén, y puso fuego a todos los palacios. El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén. Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe. De la clase baja dejó algunos como viñadores y hortelanos.
Si quieres, puedes limpiarme
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Extendió la mano y lo tocó diciendo: "¡Quiero, queda limpio!" Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés".
Palabra del Señor.
jueves, 24 de junio de 2010
Lecturas
Te hago luz de las naciones
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso." Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: "Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra."
Antes de que llegara Cristo, Juan predicó
En aquellos días, dijo Pablo: "Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: a vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación."
El nacimiento de Juan Bautista. Juan es su nombre
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
Palabra del Señor.