BUENOS DÍAS:
Meditación de hoy.
domingo, 28 de febrero de 2010
Lecturas
Dios hace alianza con Abrahán, el creyente
En aquellos días, Dios sacó afuera a Abran y le dijo: - «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: - «Así será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.» Él replicó: - «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?» Respondió el Señor: - «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres anos, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Abran los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abran los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abran, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abran en estos términos: - «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el no de Egipto al Gran Río Éufrates.»
Cristo nos transformará, según el modelo de su cuerpo glorioso
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se calan de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: - «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: - «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.» Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que hablan visto.
Palabra del Señor.
Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.
Homilía
Cuando no se escucha la voz del pueblo ni a la propia conciencia
Este pasado 24 de Febrero ha sido una fecha triste y decepcionante en la Historia de España; una fecha que pasará factura negativa por tanto egoísmo y desfachatez.
El Senado, en un contexto de radical división, ha desoído el clamor popular por la vida.
Una vez más, el Gobierno ha abusado de su poder e incumplido su promesa de consenso para conseguir con engaño, manipulación y compra de votos que una mayoría de funcionarios-senadores (fieles a la pesebrera) consagren el derecho a matar.
Esta ley del aborto es injusta, inhumana, violenta y dañina para la mujer.
La Conferencia Episcopal ha denunciado a través de su portavoz esta horrenda ley.
Los cristianos lucharemos con las armas de la democracia para que sea derogada cuanto antes, provocando la derrota en las urnas de quienes han hecho posible semejante atropello.
La Historia colocará en su sitio este crimen contra la humanidad, que entrará a formar parte de puntos negros como la esclavitud y el genocidio nazi.
Cuando cuenta más la disciplina de partido que la conciencia y el derecho, ocurren estos hechos lamentables.
Saber escuchar
Después de este inciso necesario, de rabiosa actualidad, quiero hacer hincapié en el punto clave de la liturgia de este Domingo LA ESCUCHA.
Sigue siendo, después de más de dos siglos de cristianismo, el gran desafío de los hombres de hoy, tan influenciados de principios democráticos, pero empapados de personalismos y palabras vacías.
¿Quién escucha a quién en esta difícil coyuntura económica que estamos pasando?
¿Existe voluntad real de abordar entre todos la solución de los problemas, o sigue prevaleciendo la eterna lucha por el poder y por mantenerlo a cualquier precio?
Por otro lado, el mundo de la comunicación resulta a veces un diálogo de sordos, de rebates y descalificaciones, con miras interesadas y frecuentemente mediatizadas por la voluntad del que paga. Basta enchufar las cadenas de TV para caer en la cuenta de esta polarización. ¿Dónde está nuestra libertad, nuestro criterio independiente, nuestra noble actitud de escucha, que dé cabida en nuestro corazón a quien intenta comunicarse con nosotros?
La vida cristiana se amasa con otra pasta
La escucha es nuestra vara de medir nuestra fe, pues si no escuchamos al hombre, tampoco escuchamos a Dios.
Pedro, en monte Tabor, no siente la necesidad de aprender de los demás. Por eso, no dialoga ni escucha (más bien propone y manda), hasta que la decepción y el desengaño, tras una dura experiencia de desierto, le ayudan a buscar la verdad. Y la verdad está en Dios.
Jesús sube con los discípulos a la montaña para ORAR En la oración halla la motivación y el camino para afrontar las dificultades. Recurre siempre a ella, sobre todo en los momentos cruciales de su vida: el desierto, el Tabor, el Monte de los Olivos..., a medida que va experimentando el “fracaso” de su misión y presiente su muerte. En esos momentos no le preocupan ni el éxito ni el fracaso, sino su fidelidad a la voluntad de Dios, al proyecto que el Padre le ha confiado en un mundo complejo, ambiguo y lleno de contradicciones. Necesita el retiro del silencio para su comunión íntima con el Padre.
Escuchar a Dios
No es ésta una expresión vana, porque estamos convirtiendo nuestros pueblos y ciudades en una mezcla inacabada de voces y gritos.
¿Cómo prestar atención?
Las sombras de la fama, el poder mediático de la palabra y la imagen condicionan de tal manera nuestra vida, que nos creamos necesidades superfluas, porque no identificamos bien la bondad del producto.
Hemos convertido la palabra en un gigantesco mercado de compra-venta, en un trágico desafuero a la credibilidad y a la inteligencia.
Escuchar a Dios nos ayudará a desenmascarar a los ídolos de nuestro tiempo y a poner el énfasis en lo que merece realmente la pena: el valor de la vida misma.
Los Beatles compusieron sus más bellas canciones, que aún siguen dando la vuelta al mundo, desde la contemplación en un monasterio de la India; San Ignacio de Loyola escribió los “Ejercicios Espirituales” en el silencio de la cueva de Manresa... La enumeración sería muy larga.
El silencio es el espacio de los espíritus grandes y el marco de la respuesta ante Dios
Cada vez sentimos más apremiante la llamada de acudir a EL, para envolvernos en la contemplación, en la presencia misteriosa de Dios, en la acogida... Así, hasta el mismo aire se transforma en mensaje de esperanza y en llamada a transformar nuestra sociedad de ruidos perturbadores, que despiertan agresividad y malestar; un aire que limpie las nubes de nuestras confusiones y abra nuestros oídos a la palabra salvadora del Padre Celestial emitida en el bautismo de Jesús en el Jordán y en su transfiguración en el monte Tabor:
Este pasado 24 de Febrero ha sido una fecha triste y decepcionante en la Historia de España; una fecha que pasará factura negativa por tanto egoísmo y desfachatez.
El Senado, en un contexto de radical división, ha desoído el clamor popular por la vida.
Una vez más, el Gobierno ha abusado de su poder e incumplido su promesa de consenso para conseguir con engaño, manipulación y compra de votos que una mayoría de funcionarios-senadores (fieles a la pesebrera) consagren el derecho a matar.
Esta ley del aborto es injusta, inhumana, violenta y dañina para la mujer.
La Conferencia Episcopal ha denunciado a través de su portavoz esta horrenda ley.
Los cristianos lucharemos con las armas de la democracia para que sea derogada cuanto antes, provocando la derrota en las urnas de quienes han hecho posible semejante atropello.
La Historia colocará en su sitio este crimen contra la humanidad, que entrará a formar parte de puntos negros como la esclavitud y el genocidio nazi.
Cuando cuenta más la disciplina de partido que la conciencia y el derecho, ocurren estos hechos lamentables.
Saber escuchar
Después de este inciso necesario, de rabiosa actualidad, quiero hacer hincapié en el punto clave de la liturgia de este Domingo LA ESCUCHA.
Sigue siendo, después de más de dos siglos de cristianismo, el gran desafío de los hombres de hoy, tan influenciados de principios democráticos, pero empapados de personalismos y palabras vacías.
¿Quién escucha a quién en esta difícil coyuntura económica que estamos pasando?
¿Existe voluntad real de abordar entre todos la solución de los problemas, o sigue prevaleciendo la eterna lucha por el poder y por mantenerlo a cualquier precio?
Por otro lado, el mundo de la comunicación resulta a veces un diálogo de sordos, de rebates y descalificaciones, con miras interesadas y frecuentemente mediatizadas por la voluntad del que paga. Basta enchufar las cadenas de TV para caer en la cuenta de esta polarización. ¿Dónde está nuestra libertad, nuestro criterio independiente, nuestra noble actitud de escucha, que dé cabida en nuestro corazón a quien intenta comunicarse con nosotros?
La vida cristiana se amasa con otra pasta
La escucha es nuestra vara de medir nuestra fe, pues si no escuchamos al hombre, tampoco escuchamos a Dios.
Pedro, en monte Tabor, no siente la necesidad de aprender de los demás. Por eso, no dialoga ni escucha (más bien propone y manda), hasta que la decepción y el desengaño, tras una dura experiencia de desierto, le ayudan a buscar la verdad. Y la verdad está en Dios.
Jesús sube con los discípulos a la montaña para ORAR En la oración halla la motivación y el camino para afrontar las dificultades. Recurre siempre a ella, sobre todo en los momentos cruciales de su vida: el desierto, el Tabor, el Monte de los Olivos..., a medida que va experimentando el “fracaso” de su misión y presiente su muerte. En esos momentos no le preocupan ni el éxito ni el fracaso, sino su fidelidad a la voluntad de Dios, al proyecto que el Padre le ha confiado en un mundo complejo, ambiguo y lleno de contradicciones. Necesita el retiro del silencio para su comunión íntima con el Padre.
Escuchar a Dios
No es ésta una expresión vana, porque estamos convirtiendo nuestros pueblos y ciudades en una mezcla inacabada de voces y gritos.
¿Cómo prestar atención?
Las sombras de la fama, el poder mediático de la palabra y la imagen condicionan de tal manera nuestra vida, que nos creamos necesidades superfluas, porque no identificamos bien la bondad del producto.
Hemos convertido la palabra en un gigantesco mercado de compra-venta, en un trágico desafuero a la credibilidad y a la inteligencia.
Escuchar a Dios nos ayudará a desenmascarar a los ídolos de nuestro tiempo y a poner el énfasis en lo que merece realmente la pena: el valor de la vida misma.
Los Beatles compusieron sus más bellas canciones, que aún siguen dando la vuelta al mundo, desde la contemplación en un monasterio de la India; San Ignacio de Loyola escribió los “Ejercicios Espirituales” en el silencio de la cueva de Manresa... La enumeración sería muy larga.
El silencio es el espacio de los espíritus grandes y el marco de la respuesta ante Dios
Cada vez sentimos más apremiante la llamada de acudir a EL, para envolvernos en la contemplación, en la presencia misteriosa de Dios, en la acogida... Así, hasta el mismo aire se transforma en mensaje de esperanza y en llamada a transformar nuestra sociedad de ruidos perturbadores, que despiertan agresividad y malestar; un aire que limpie las nubes de nuestras confusiones y abra nuestros oídos a la palabra salvadora del Padre Celestial emitida en el bautismo de Jesús en el Jordán y en su transfiguración en el monte Tabor:
“Este es mi Hijo amado, escuchadle”
sábado, 27 de febrero de 2010
Lecturas
Serás el pueblo santo del Señor
Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos. Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón v con toda el alma. Hoy te has comprometido a aceptar lo que. El Señor te propone: Que él será tu Dios, que tú irás por sus caminos, guardarás sus mandatos, preceptos y decretos, y escucharás su voz. Hoy se compromete el Señor a aceptar lo que tú le propones: Que serás su propio pueblo, como te prometió, que guardarás todos sus preceptos, que él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y que serás el pueblo santo del Señor, como ha dicho.»
Sed perfectos como vuestro Padre celestial
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto
Palabra del Señor.
viernes, 26 de febrero de 2010
Lecturas
¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta de su conducta y que viva?
Así dice el Señor Dios: «Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se le tendrán en cuenta los delitos que cometió, por la justicia que hizo, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?; no se tendrá en cuenta la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró y por el pecado que cometió, morirá. Comentáis: "No es justo el proceder del Señor. " Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.»
Vete primero a reconciliarte con tu hermano
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»
Palabra del Señor.
jueves, 25 de febrero de 2010
Lecturas
No tengo otro auxilio fuera de ti, Señor
En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: «Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.»
Quien pide recibe
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se s abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al e llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hi-jos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»
Palabra del Señor
miércoles, 24 de febrero de 2010
Lecturas
Los ninivitas se convirtieron de su mala vida
Vino la palabra del Señor sobre Jonás: - «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.» Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: - « ¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: -«Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.» Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: -«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»
Palabra del Señor.
martes, 23 de febrero de 2010
Lecturas
Mi palabra hará mi voluntad
Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»
Vosotros rezad así
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Palabra del Señor.
lunes, 22 de febrero de 2010
Lecturas
Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo
Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y participe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloría que no se marchita.
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -« ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Jesús le respondió: Dios vivo. » -« ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. »
Palabra del Señor.